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Rituales de inicio de año

Rituales de inicio de año

¡Bienvenido 2022!

¿Adiós, etapa super turbulenta? Bueno, supongo que es precipitado decirle adiós a nada, llevamos 2 años de pandemia y esto no tiene trazas de acabarse pronto. Pero yo quiero despedir un período muy turbulento de mi vida personal que se inició en 2019 y en el que han ido sucediéndose capítulos muy distintos y tremendamente desafiantes.

Vamos poco a poco, las etapas van concluyendo, pero parece que nunca llega la calma. Antes la ansiaba, estaba todo el tiempo centrada en que determinada situación terminara para volver a sentirme bien. Pero no, la calma no llega. Así que ahora focalizo mi energía de otra manera: estoy centrándome en la aceptación, y gracias a ello soy mucho más feliz, sean cuales sean las circunstancias. De eso trata mi primer ritual de año nuevo.

RITUAL 1: LA PALABRA DEL AÑO

Hace ya varios años (creo que empecé en 2017) que elijo una palabra para definir ese año que empieza, para expresar mis deseos y objetivos, para poner el foco los próximos meses, para sentir, para mejorar, para avanzar… todo ello concentrado en una sola palabra. Y la palabra de 2022 está bien clara. La palabra de 2022 es ACEPTACIÓN.

La aceptación es lo que más me ha ayudado en esta última fase tan turbulenta de mi vida. Estos años en los que he convivido con la pérdida, el miedo, la incertidumbre, el estrés, la tristeza, la ansiedad, el dolor, el cansancio, el sufrimiento… Paro ya, porque parece que he vivido sumida en un infierno, y no se trata de eso en absoluto. De hecho, pese a todo, he sido más feliz estos últimos años que en casi toda mi vida anterior. Me siento bastante cómoda, tengo una familia maravillosa y todas las necesidades básicas más que cubiertas. Además, me cuido, siempre estoy pendiente de mi bienestar, de disfrutar de la vida, porque son pilares sin los que nada tiene sentido para mí. Estoy pasando por un momento vital tan dulce, sobre todo desde que mi pequeña está en casa con nosotros y hemos iniciado esta preciosa aventura de convertirnos en una familia de cuatro.

Pero como todos, tengo que gestionar momentos complicados, a veces muy muy duros, y he necesitado ahondar mucho en mi interior para aprender a convivir con todo ello. La aceptación ahora mismo es la clave que me sostiene para no centrar mi vida en todas esas cosas malas que suceden y que no puedo controlar, en vez de abrazar todo lo maravilloso que envuelve mi día a día.

Aceptación no es resignación, no se trata de agachar la cabeza y permitir las injusticias o el maltrato. La aceptación consiste en tomar conciencia de la realidad, abrazar tu experiencia vital tal cual es, se trata de un paso previo y necesario a la transformación. En la práctica, se traduce entre otras cosas en dejar de apretar puños y dientes, dejar de desgastarte a cada paso del camino. No es fácil en esta sociedad y sistema que nos rodea, pero sí creo que es algo imprescindible para la salud. Así que seguiré cultivando la aceptación este año y el resto de mi vida.

RITUAL 2: REVISIÓN DEL AÑO ANTERIOR

Uno de los aspectos donde solemos tener conflictos de aceptación tiene que ver con los avances en nuestros objetivos. Y aquí entramos en otro ritual, la revisión de aquello que me propuse hace un año. En mi caso, 2021 quería que fuera un año de creación (esa fue la palabra que escogí para 2021: CRECACIÓN). Tenía intención de avanzar en ciertos proyectos personales que llevo tiempo gestando y en los que sigo atascada, resultó que 2021 no era el año para ello. Así que, en este sentido, no alcancé mis objetivos.

Sin embargo, la creación más importante sí tuvo lugar en 2021, fue el año en que gesté y parí a mi hija. Creé vida, creé familia. Al inicio de 2021 no quise plasmar mi embarazo como un objetivo, preferí centrarme en aquello que creía que estaba más en mi mano. Pero sí que era mi mayor deseo y soy tan afortunada que se hizo realidad. Lo demás ya vendrá, o no, para crear es necesario disponer de tiempo y energía, y a veces las circunstancias nos llevan a priorizar otras cosas, como me lleva sucediendo a mí estos últimos años. Pero esta bebé que a ratos se mueve y hace ruiditos adorables, durmiendo pegadita a mí mientras escribo este artículo en la cama, esta bebé es lo más grande, lo más importante y lo más valioso que me podía traer este 2021. Como dijo su hermanito el día que esperábamos la llegada de Papá Noel: «El mejor regalo es el que salió de tu barriga». Así que GRACIAS 2021, GRACIAS INFINITAS por colmar mi vida con más vida. Ha sido un año de mucho sufrimiento, pero el balance global solo puede ser positivo.

RITUAL 3: NUEVOS OBJETIVOS

Ahora toca fijar objetivos para 2022. ¿Qué deseo, dónde quiero poner el foco? Llegamos al tercer ritual, establecer objetivos para el año que empieza. Y lo cierto es que me cuesta mucho hacerlo. No porque no sepa lo que quiero, sino porque en este momento no sé qué priorizar. Estamos a mediados de enero y aún no me he sentado a ello, porque me siento un tanto bloqueada. Pero, ¿sabes qué? No pasa nada, acepto mi bloqueo y estoy dispuesta a fluir con él para ver a dónde me lleva.

Soy muy perfeccionista e intento tenerlo todo controlado de antemano, pero si algo he aprendido en esta etapa turbulenta es que aferrarse a los planes supone un gran desgaste de energía que no merece la pena. Hay que equilibrar, no se trata de vivir en el caos, sino de ser flexible, permitir que el caos también forme parte del proceso y aceptar que no podemos controlarlo todo. Un día de estos me sentaré con mi cuaderno y me pondré a fijar objetivos. Pero no para sufrir si no consigo cumplirlos, sino para conocerme a mí misma un poco mejor, e ir descubriendo año tras año cuáles son mis verdaderas prioridades. La principal la tengo clara clarísima: quiero bienestar en mi día a día, disfrutar de la vida y del tiempo en familia. Yo no estoy hecha para vivir esperando unas vacaciones que me permitan desconectar, sino para conectar a diario y nutrirme de una cotidianeidad feliz, ese es el objetivo y hace mucho tiempo que soy consciente de ello. Ahora toca trabajar en los demás, siempre que estén en sintonía con el principal, por supuesto.

OTROS RITUALES

Suelo hacer algún otro ritual, dependiendo de lo que me pida el cuerpo. Por ejemplo:

  • escribir una lista de 10 cosas por las que me siento agradecida este año
  • transformar 5 creencias limitantes en afirmaciones que me fortalezcan
  • diseñar una rutina que me ayude a empezar bien el día
  • definir recompensas si logro determinados objetivos

Este año no sé qué haré. De momento, le estoy dando un poquito de vida a mi blog con este texto, que no es poco. Tengo mucho que contar y en 2022 quiero escribir más, eso sí lo tengo claro. ¡Gracias por leerme!

Cada uno afronta la muerte a su manera

Suelo hablar del inicio de la vida en mis redes. Me gusta hablar de educación, de crianza, de lactancia… y especialmente me apasiona el tema de los partos. Entre otras cosas, porque considero que es un tema tabú en nuestra sociedad; tenemos muchos prejuicios, mucha desinformación, es muy habitual que no nos sintamos preparados para acompañar un momento así, tan importante y significativo. Lo habitual es apartarlo, encerrarlo en una sala de un hospital, y así nos enteramos solo de lo imprescindible. En fin, es como si no estuviéramos preparados para convivir con ello; con la excusa de que hay dolor, fluidos varios, etc. si no nos enteramos mejor. Ojalá consiguiéramos naturalizarlo mucho más. Esto no significa acudir todos en modo espectáculo cada vez que una mujer conocida va a parir, sino encontrar un equilibrio que incluya preservar la intimidad del momento y a la vez saber acompañarlo.

Pues para mí sucede exactamente lo mismo con la muerte. Y de eso quiero hablar hoy, de la muerte y de cómo acompañamos los procesos de pérdida.

Me apetece hablar de esto en parte por el gran paralelismo que encuentro en ambos momentos y en nuestra manera de afrontarlos, parece que nos aterra tanto el inicio como el fin de la vida, como si no lleváramos milenios conviviendo con ambos. Pero hay otra razón por la que quiero hablar de esto, y es porque yo misma me encuentro gestionando una pérdida. Y no ha sido la única, en los últimos meses me ha tocado despedirme de varias personas y animales muy queridos. Además, en mi entorno cercano también ha habido muchas pérdidas significativas. Y luego está la crisis del covid 19, que ha hecho de la muerte una compañera constante para todos, hayamos perdido a alguien por esta causa o no. En fin, que el duelo está ahí y siento la necesidad de expresarme al respecto.

El gran tema para mí, a nivel social, son los rituales y convencionalismos que tenemos incorporados ante la muerte de un ser querido. Lo cierto es que no los comparto ni los entiendo. Sí los respeto, sobre todo porque considero que cada uno tiene su forma de afrontar el duelo y muchos necesitarán todo el “paquete” para gestionar su despedida. Con el “paquete” me refiero a la esquela, el velatorio, la ronda infinita de pésames (incluidos los de gente que ni siquiera conoces), la/s misa/s (o los rituales religiosos que correspondan), el entierro o la incineración, las flores… (pongo puntos suspensivos porque en realidad no sé si me dejo algo). Todo ello tiene un cariz muy social, insisto en el término convencionalismos porque al fin y al cabo son cosas que se hacen porque “hay que hacerlas”, son como normas implícitas, ¿no?

Para mí, el duelo supone un proceso muy íntimo y de larga duración. Yo, conmigo misma, voy procesando cada pérdida a mi ritmo. Además, creo que la muerte de alguien querido es algo que no se supera nunca, sino que convivimos con ello el resto de nuestra vida. Sí que se va gestionando de otra forma con el paso del tiempo. Puede haber desde momentos de dolor desgarrador a dulces recuerdos que te llevan a sonreír y deleitarte en el pasado. Pero es algo que siempre estará ahí. Así es como yo lo siento y así es como yo lo vivo.

Voy con mi punto de vista respecto a velatorios y demás rituales de despedida. Creo que lo único que debería importar en esta situación son en primer lugar los deseos del fallecido y en segundo los de sus más allegados. A partir de ahí, debería dar todo igual. En el mundo de las bodas, por poner un ejemplo más social que el del parto, pasa algo parecido; cada vez hay más gente que opta por casarse «de otra manera», sin cumplir con todos los convencionalismos del “paquete”, pero parece que con la muerte todavía cuesta dar ese paso (al menos en mi experiencia personal).

Me voy a lanzar a contaros cómo me gustaría que se despidieran de mí mis seres queridos cuando me muera, mi despedida ideal:

Sería una fiesta en algún lugar significativo para mí. Todos traerían algo de comida y bebida, habría música y humor. Tal vez se compartirían fotos o vídeos de mi vida, hablarían de sus recuerdos conmigo, los momentos memorables, los graciosos, los especiales… Básicamente, sería una despedida con alegría, una celebración de mi vida. Y también habría lágrimas y tristeza, porque es necesario expresar las emociones y compartirlas. Obviamente, esta fantasía que me estoy marcando dependería de cómo y cuándo me muera, pero soñar es gratis, así que ahí os la dejo.

¡Ah! Y ante entierro o incineración, si hablamos de opciones convencionales, incineración sin duda. Pero aún tengo pendiente estudiar otras posibilidades.

¿Qué no querría? 

  • Esquela en la prensa.
  • Misa ni nada mínimamente religioso, ¡todo pagano a tope!
  • Que acudan personas con las que no hubiese tenido una relación cercana en algún momento de mi vida (con lo que eliminamos también las típicas frases de pésame que se dicen por inercia y que también me sobran totalmente), a no ser que tengan una relación cercana con los míos y ellos necesiten su presencia, por supuesto.
  • Tumba.
  • Corona de flores.
  • Que se haga nada en contra de la voluntad de mi familia nuclear.

 

Por eso, cuando se muere alguien en mi entorno más cercano, procuro hacer lo que la persona más allegada al fallecido necesite de mí. Porque igual que mis necesidades son muy diferentes, cada uno tiene las suyas. Y si no nos empeñáramos en encorsetarlo todo, nos enriqueceríamos gracias a las experiencias que aportan hacer las cosas de maneras diferentes.

¿Tú qué opinas, compartes los convencionalismos que solemos utilizar para despedirnos de los muertos o te gustaría hacerlo de otra manera?

¿Alguna vez te has sentido «un poquito violada/o»? Yo sí

Es terrible, pero lo raro es que, como mínimo, no te hayas sentido «un poquito violada» alguna vez en tu vida. Es una lacra aparentemente masiva. Últimamente, series cojonudas (permitidme la subjetividad) como «The handmaid’s tale» o «Big little lies» nos están alertando de lo que puede pasar, de lo que ya está pasando, en este mundo machista y patriarcal. Y, a su extraña manera, la realidad a menudo supera a la ficción.

Hace pocos días del deleznable veredicto en el juicio del caso de La Manada, y las redes sociales están que arden con el tema (y todos los subtemas que conlleva). En este contexto, me ha apetecido contaros mis experiencias personales, esos momentos en los que me he sentido acosada o sexualmente agredida.

Así a bote pronto me vienen a la cabeza 3 episodios. Los voy a contar en orden cronológico, pero al revés. En el más reciente tendría yo unos 26 años o así. Iba caminando por la calle de mi ciudad, zona céntrica, alrededor de las 8 de la tarde, había bastante gente. Noté una presencia inquietante detrás de mí. Lo cierto es que no recuerdo muy bien cómo fue la cosa, pero sé que era un tipo joven, sucio (tengo en la cabeza una imagen de sus dedos con manchas rojas, como de sangre seca) y como ido, muy turbio. En un momento dado, me tocó el culo; supongo que salté y grité algo, no me acuerdo, la verdad. Recuerdo claramente la sensación de asco e inquietud.

Unos años antes, cuando aún vivía en Madrid (tendría 23 años), estaba en un local por la noche tomando unas copas con varios amigos. En un momento en el que no estaba ninguno cerca, se me acercó un tío, bastante borracho, y empezó a preguntarme cosas que ni recuerdo; yo no quería darle pie, así que le iba contestando con monosílabos, bastante seca, a ver si se daba por aludido y me dejaba en paz. Pues se ve que en algún momento lo pilló, porque de repente me suelta (y esta frase no la olvidaré en la vida):

-¿Tú qué pasa, que tienes el coño más grande que la puerta de Tebas?

Esa vez sí que reaccioné, no recuerdo lo que le dije, pero vamos, le puse bien en su sitio por faltarme al respeto de semejante manera.

Vamos con la historia más antigua, la más fuerte y la que recuerdo con mayor nitidez. 19 añitos, llevaba muy poco tiempo viviendo en Madrid. En un trayecto en metro, en el que iba sola, estaba de pie agarrada a una barra. Había bastante gente, típica situación de ir en el metro modo sardinas en lata. Yo llevaba una bufanda bastante larga. Y en esto que me doy cuenta de que un tío tiene la cola de mi bufanda entre su mano y su cuerpo. Me resultó raro, pero pensé (quise pensar), que era algo casual, la aparté discretamente y listo. El impresentable en cuestión tendría unos 50 años, no muy alto, pero anchote (más fofo que fuerte, pero desde luego, más fuerte que yo). Pasó algo de tiempo, quizá unos minutos después de lo de la bufanda, yo iba pensando en mis cosas, y de repente noté su mano en mi entrepierna; el tío había conseguido meter sus dedos entre mis piernas, sin que me diera cuenta, ¡no me lo podía creer! Le agarré la mano para apartarle, se resistió y hubo un leve forcejeo, llegamos a una parada y se bajó. No fui capaz de articular palabra. Nadie se enteró (o no se quisieron enteran) y estábamos rodeados de gente. Llegué a casa, me cambié de ropa y eché a lavar todo lo que llevaba puesto. Fue un episodio terrible.

Estas son mis historias. Ojalá peores que las de la mayoría, desgraciadamente una insignificancia comparadas con las de muchas, muchísimas otras.

Me parece indignante cómo se nos llena la boca en nuestra sociedad hablando del machismo de otras culturas, que no digo que no lo sean, pero qué fácil es criticar al prójimo, ¿verdad? Lo que no parece que se nos de tan bien es predicar con el ejemplo.

Es una pena que tengan que pasar cosas terribles para que nos pongamos a compartir estas historias. Solo espero que nos sirva para ayudarnos unas/os a otras/os.

Se está mejor en casa que en ningún sitio

Hoy voy a contaros una historia muy personal.

Hace unos años, estaba pasando una temporada en Granada. Acababa de terminar la carrera, que estudié en Madrid. Pasé 5 años en la capital, y no veía la hora de irme. Viví experiencias maravillosas y, sobre todo, hice grandes amigos, pero nunca me sentí a gusto, no era mi sitio. Me sentía muy oprimida, necesitaba otro tipo de ambiente. Y decidí irme a Andalucía.

Sólo pasé unos meses en Granada. Aunque la ciudad me resultaba muy agradable, era un hábitat mucho más afín a mí, en la práctica no me iba muy bien. No conseguía trabajo, estaba bastante sola, tuve que cambiar varias veces de piso y tuve muy malas experiencias con algunos compañeros. Me sentía perdida. Había acabado la carrera, tenía ganas de hacer muchísimas cosas, y no podía hacer nada. No tenía ni idea de por dónde tirar, no sabía lo que quería.

Entonces, una amiga vino a visitarme unos días. Lo recuerdo como un momento bastante terapéutico, hablamos mucho, lloré mucho. Una noche, nos pusimos a ver una de mis pelis favoritas desde la infancia, «El Mago de Oz».

El_Mago_De_Oz_(Edicion_Especial)-Caratula

Y, de repente, lo vi claro. Estaba buscando aprendizaje, experiencias, el sentido de mi vida, y creía que tenía que irme lejos para encontrarlo. En algún momento sí, lo necesité, pero había llegado la hora de volver a casa. Ahora, casi 10 años después, analizando ciertos aspectos de mi vida, veo que lo que he hecho es acercarme a casa más y más, al menos físicamente. Vivo muy cerca de la casa en la que me crié. Aquí me he casado con alguien que, aunque conocí de mayor, siempre tuve cerca (vivíamos en barrios cercanos y fuimos al mismo instituto). Aquí hemos tenido a nuestro hijo. Aquí se ha desarrollado mi carrera profesional. Y tengo claro que es aquí donde quiero vivir. Desde que volví, nunca más lo dudé. Puede que en algún momento nos vayamos, pero, a día de hoy, le cojo prestada a Dorothy su frase:

PASEO MARÍTIMO

 

 

Se está mejor en casa que en ningún sitio.

Se está mejor en casa que en ningún sitio.

Se está mejor en casa que en ningún sitio.

 

 

Aunque en aquel momento tuvo un sentido literal, ahora sé que de lo que se trata es de sentirte en casa, da igual dónde, da igual con quién… En casa es donde puedes ser tú mismo. Sólo que a veces, como fue mi caso, es necesario alejarse mucho para darse cuenta.

Lecturas recomendadas: «Cómo multiplicar la inteligencia de su bebé»

DOMAN_MULTIPLICAR INTELIGENCIA

 

Yo no soy de métodos, me gusta tomar lo que me sirve y utilizarlo a mi manera, sin doctrinas y sin cerrarme a otras opciones. Pero cuando descubrí este método, leyendo a Laura Mascaró, me llamó mucho la atención y me dio muchísima curiosidad. Especialmente, porque la «Ley Infalible» es:

«Si usted no lo está pasando de maravilla, o si su hijo no lo está pasando de maravilla, déjenlo. Están haciendo algo mal»

Así que decidí comprar el libro y profundizar un poco en el tema.  Aún no hemos empezado a aplicarlo, pero la verdad es que la teoría me ha convencido y me apetece mucho ponerme a ello; en los próximos meses empezaremos el programa de lectura, ya os iré contando.

Para introduciros un poco en el tema, lo que propone Doman es una serie de programas a realizar con el bebé para introducirle en la lectura, las matemáticas, etc a través del juego. Todo con materiales que fabricas tú en casa (con cartulina blanca, rotuladores y poco más); las actividades se distribuyen en sesiones muy breves en las que se van introduciendo poco a poco elementos nuevos (por ejemplo, la lectura empieza con palabras sueltas, luego pasas a las parejas de palabras, luego oraciones…). En la sesión tomas un conjunto de cartulinas, las muestras al bebé y le dices lo que pone. Todo ello siguiendo unas pautas y recomendaciones muy concretas pero, a mi modo de ver, muy coherentes, y lo suficientemente abiertas como para que se puedan adaptar a cada caso particular (que es algo para mí fundamental, no todos los niños son iguales, ni todos los adultos, ni todas las circunstancias… así que la flexibilidad nunca sobra).

A mí se me presenta un dilema con todo esto, y es que no soy partidaria de sobreestimular a los niños, y considero perfectamente válido no forzar el aprendizaje de la lectura y esperar a que cada uno aprenda cuando quiera (creo que, en la sociedad en que vivimos, van a  aprender de un modo u otro, siempre que en su contexto se les motive mínimamente: que vean que los adultos leemos, que compartamos lecturas con ellos, que juguemos con la palabra escrita…). Pero, por otra parte, la lectura es la puerta a la gran mayoría del resto de aprendizajes, y facilitar ese recurso cuanto antes no está de más. Además, si realmente aprenden así y podemos ahorrarles el tedio de «la M con la A, MA…», pues mejor que mejor. De todas formas, en este método no se pide al niño que lea, ni se le soborna ni nada, se le lee y, si el lee espontáneamente, estupendo, pero si no nada; todo dependerá de la edad en que se realice el programa, del niño y del adulto en cuestión, supongo que habrá de todo.

Yo le leo a mi bebé desde que nació, y ahora, con 5 meses recién cumplidos, disfruta muchísimo de esos momentos y muestra un interés enternecedor. Mi objetivo no es que sea un devorador de libros ni nada parecido, simplemente quiero facilitarle este gran recurso y ya veremos a dónde nos lleva.

¿Alquien ha aplicado este método y quiere compartir su experiencia con nosotros?

 

También te recomiendo:

“La crianza feliz”, de Rosa Jové

“El cerebro del niño”, de Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson

50 cosas sobre mí

Hace meses de mi última entrada, meses en los que han pasado muchas cosas y mi vida ha cambiado, o, más bien, está en proceso de cambio. He necesitado tomar un poco de distancia, aunque tenía ganas de retomar esta actividad, pero a veces las cosas necesitan un respiro y otros aspectos de la vida se tornan prioritarios.

Este blog es cada vez más personal; empezó siendo un elemento de aquella empresa que dirigí hace unos años. Después, se convirtió en un reflejo de mi vida profesional. Pero, cada vez más, lo personal y lo profesional se entrelazan, es lo que tiene la educación tal como yo la entiendo; y poco a poco los procesos de embarazo, crianza, etc. han ido cobrando protagonismo en mi enfoque del trabajo y en mi realidad.

Así que, para iniciar esta nueva temporada del blog, voy a recurri a esta idea que me encantó cuando la vi en el blog de Edurespeta.  Voy a contaros 50 cosas sobre mí:

1. Soy una loca de los gatos, me encanta observarlos, acariciarlos, dormir con ellos, hacerles juguetes con cajas de cartón… Tengo 2 preciosos mininos.

Mis gatos

2. Soy adicta a las series (a las pelis también, pero los últimos años ganan las series): algunas de mis favoritas son «Juego de tronos», «Scrubs», «Doctor en Alaska» o «The wire».

3. Tengo dermatitis atópica.

4. De pequeña era de las que sacaba buenas notas en todo menos en educación física, una auténtica chapona, jejeje.

5. Tengo mucha miopía, empecé a usar gafas en 3º de EGB y lentillas 2 años después.

Mis gafas y mis lentillas

6. No me gusta nada ir de compras, prefiero reutilizar ropa de otras personas.

7. Mi primer contacto con las terapias alternativa fue una sesión de reiki. Mi vida cambió después de esa sesión.

8. A los 19 años me fui a vivir a Madrid porque quería ser actriz. Mis objetivos vitales han cambiado mucho, pero, aunque he necesitado algunas ayuditas económicas de vez en cuando, soy independiente desde entonces.

9. Mi amor de adolescencia fue Keanu Reeves.

10. Mi película favorita es «El principito» (no es muy conocida, es un musical del director de «Cantando bajo la lluvia», Stanley Donen).

«El Principito», de Stanley Donen

11. Me encanta hacer puzzles, puedo pasar muchas horas «puzzleando».

Mi última gran obra, jejeje

12. Me gusta limpiar, pero no me gusta cocinar (aunque me encanta comer, por supuesto).

13. Me aterran las montañas rusas y ese tipo de atracciones, no acabo de entender la gracia.

14. Me dan muchísimo asco el ajo y el café, tanto el sabor como el olor (el olor de un ajo cocinándose en la sartén me resulta insoportable).

15. Me cuesta bastante adaptarme a la tecnología (no tuve móvil, ni correo electrónico, ni facebook… hasta que no fue imprescindible).

16. A pesar de que mi formación ha estado muy ligada a la música (muchos años de conservatorio, Magisterio Musical…), esta disciplina no es la que me mueve, para mí es un recurso más.

17. Durante unos años estuve obsesionada con los Beatles, me sabía las letras de memoria y las traducía (así aprendí mucho inglés).

18. Siempre me ha encantado el cine de terror.

19. Soy muy golosa, me encantan las gominolas.

Tarta de queso, uno de mis postres favoritos

20. Antes de independizarme iba al cine al menos una vez por semana (si no fuera tan absurdamente caro creo que mantendría esa costumbre).

21. Para mí es importante realizar pequeñas acciones que promuevan un consumo responsable (apagar las luces, reutilizar las bolsas…); sé que por sí solas no cambian nada, pero la suma de muchas pequeñas acciones sí podrían marcar una diferencia (puede que una diferencia pequeña, pero algo es algo).

22. Además de múltiples trabajos en educación, también he sido camarera, acomodadora, dependienta… pero mi trabajo favorito es el de monitora de campamentos (aunque también es el más agotador y las condiciones laborales… en fin).

Recogiendo el material al finalizar un campamento urbano

23. De pequeña, durante varios años, tuve mutismo selectivo; aparte de mis padres y hermanos, creo que sólo hablaba con otras 4 personas, siempre que no hubiera ninguna otra delante, así que podía pasar horas en silencio.

24. Soy la pequeña de 3 hermanos, y la única chica.

25. Estuve a punto de llamarme Diana.

26. Hasta la fecha he vivido en 15 pisos, entre A Coruña, Madrid y Granada; y he convivido con… puffff, al llegar a 35 compañeros pierdo la cuenta, y eso sin contar a la familia…

27. Tengo fobia a las cucarachas, y en una de mis casa había invasión (aunque, claro, viví 5 años en Madrid y ahí es complicado evitarlas).

28. No voy a la peluquería desde hace unos 10 años, o me corto el pelo yo o me lo corta alguna amiga.

29. No me gusta maquillarme (de hecho no lo hago casi nunca), excepto cuando me disfrazo.

30. Me gusta el ejercicio, hace 3 años que voy a clase de tai chi, pero no me gustan nada los deportes.

31. Me encanta pasear descalza por la orilla.

En la playa del Orzán

32. He tenido varias lesiones: esguinces, torceduras, tendinitis y fascitis plantar, en muñeca, rodilla y tobillo. Siempre en el lado derecho.

33.  El día del atentado del 11M yo vivía en Madrid y cogía el tren en Atocha para ir a la facultad; ese día hubo huelga de profesores, así que me quedé en casa.

34. Mi padre murió de cáncer unos días después del 11M, yo tenía 21 años.

35. Siempre he vivido en la ciudad, nunca he tenido pueblo o aldea, y no tengo ganas de ir al campo; creo que las tendré cuando sea más mayor, pero de momento no me apetece.

36. Me encanta caminar, procuro hacer muchos trayectos andando en mi vida diaria (hago varios recorridos al día por el trabajo); y, si es una ruta de senderismo o una subidita al monte, pues maravilloso.

En Picos de Europa

37. Me gusta hacer manualidades, últimamente me estoy introduciendo en el mundo del ganchillo.

38. Me encanta la gestión, se me da bien y disfruto organizando, esquematizando, agrupando…

39. Si tuviera mucho dinero para gastar en caprichitos, compraría mogollón de frikadas, tipo ediciones especiales de series, catanas, muñequitos de pelis, juegos de mesa…

40. Colecciono libros con ilustraciones chulas en general, y en concreto los pop-up.

Lo más de lo más, un plano pop-up desplegable de los 7 reinos

41. Hace unos años una compi de un curso tuvo un bebé; el padre, que es sordo, me pidió que le hiciera una nana a su hijo. Así que me puse a componer; fue mi momento musical más significativo.

42. Me hubiera encantado ver a Tina Turner en directo.

43. Como alumna de inglés apenas estudiaba, siempre se me ha dado bien, sin más; algo que me ha ayudado mucho es que desde muy pequeña me gusta ver las pelis en versión original. Estudio mucho más ahora que soy profe, es curioso.

44. Soy una marmota, puedo dormir perfectamente 14 horas seguidas.

45. Esta es una de mis escenas de comedia favoritas, que me ha provocado múltiples ataques de risa (sólo la he encontrado en latino, pero yo me parto igual):

46. Descubrí mi vocación a los 25 años, que fue cuando me introduje en el mundo de la Educación No Formal.

47. Mis playas favoritas son las de Cádiz (Bolonia, El Palmar, Caños de Meca…).

En Caños de Meca

48. Mi abuela tiene 101 años.

49. Llevo trabajando desde los 19 años, ahora tengo 33 y nunca he disfrutado unas vacaciones pagadas.

50. «De mayor» me gustaría tutorizar a familias homeschoolers y dirigir mi propio centro de ocio educativo, ese es mi sueño profesional ahora mismo.

¡Nos vamos de vacaciones!

Terrícolas, depués de 2 años y medio de prácticamente non stop, ha llegado la hora de tomarse un descanso. Así que la primera quincena de agosto no vamos a estar operativos. Si no contestamos al teléfono o al mail, no os impacientéis, que enseguida volvemos con las pilas cargadas para nuevas aventuras. Esperamos y deseamos que vosotros también estéis disfrutando a tope del verano.

Y, como siempre, ¡mil gracias por estar ahí, sois maravillosos! ¡Hasta pronto!

CartelMAIL VACACIONES

¡Feliz 2014, terrícolas!

Aquí estamos, una vez más, a punto de iniciar una nueva etapa. En estos días que siempre están plagados de reencuentros, reuniones, sobremesas y demás, vamos a aprovechar los ratitos libres para prepararnos para el año que viene, poner en orden nuestras ideas y proyectos, y empezar el 2014 con mucha energía y ganas de diversión.

No os preocupéis, que aunque estemos unos días sin manifestarnos por el blog, nuestras cabecitas no paran de crear, y cada vez más y mejor, así que a disfrutar mucho de estos días, terrícolas, que enseguida volveremos a contaros nuestras aventuras.

¡Gracias por estar ahí y sed muy felices!

Carte MAIL FELIZ 2014