Embarazo arco iris

¿Cómo viví mi embarazo tras una pérdida gestacional?

Pues con sonrisas y lágrimas… como cualquier otro embarazo… pero diferente.

La muerte de mi segundo bebé a las 10 semanas de gestación marcó un antes y un después en mi vida. Buscar un embarazo tras esta experiencia fue un proceso difícil, y vivirlo está siendo una prueba de fuego

Para situarnos, este es mi tercer embarazo

El primero fue maravilloso, fácil y muy disfrutado, un momento vital muy feliz y de mucha paz. El segundo me pilló en una época de estrés extremo, y en cuanto tuve un momento para tomar aire, mi embarazo terminó (fue un proceso largo que ya os conté aquí). Y ahora estoy en pleno tercer trimestre de mi tercer embarazo, y lo cierto es que cualquier experiencia previa no tiene nada (absolutamente nada) que ver con la actual.

Llevo ocho meses de malestar físico a diario, aunque en este aspecto el principio fue la peor etapa. Cada día es una aventura; pueden tocar náuseas, vómitos brutales, dolores de cabeza, cansancio ingestionable, tobillos hinchados, hormigueo insoportable en el pie, zona lumbar agarrotadísima… o simplemente malestar general (de hecho hubo una temporada en que todos los días pensaba que me estaba poniendo enferma). No es que siempre me encuentre mal, en absoluto, la mayor parte del tiempo hago vida normal. Pero es excepcional el día en que no tengo algún momento de malestar. Y vienen sin avisar, a veces son sensaciones extremadamente incómodas. ¿Alguna vez habéis experimentado, sentados a la mesa, las ganas de comer y de vomitar a la vez? Pues yo ahora sí, varias veces en los últimos meses.

Es muy extraña la percepción de estar enferma sin estarlo realmente. Muchos verán debilidad en todo esto. Yo veo una fortaleza brutal, un superpoder que se nos ha otorgado a las mujeres con el que ahora puedo empatizar mucho más que antes, que había vivido un embarazo idílico y otro marcado por un desenlace trágico, pero que físicamente no me había llevado al extremo de mis posibilidades.

Claro que todo esto es solo la punta del iceberg, luego está lo que subyace, que, aunque invisible, es la parte más grande y poderosa: el estado mental, anímico y emocional.

Antes de quedarme embarazada por tercera vez, revivía constantemente aquel momento en que fui al baño y al limpiarme vi la sangre. Creía que iba a vivir 9 meses con esa angustia, que cada meada iba a ser una prueba a superar, una batalla contra mis miedos y expectativas. Y no, no ha sido así; esa imagen ha estado presente, y en alguna ocasión sí que se ha manifestado angustiándome, pero muy puntualmente.

Tengo la suerte de haber sido consciente desde muy joven de la importancia del autocuidado, de que tenía que buscar mis propios recursos para afrontar las dificultades que se fueran atravesando en mi camino (aunque a veces necesito que me lo recuerden, para no caer en espirales de negatividad). Así que, ya antes de quedarme embarazada, empecé a planificar. He recurrido a 3 profesionales de diversas disciplinas y a un grupo de apoyo (ya os contaré quiénes son y les dedicaré su espacio en mis redes, porque todas se lo merecen). En mi primera sesión de autocuidado a manos de una profesional, cuando yo ya estaba embarazada pero todavía no lo sabía seguro, ella me regaló un mensaje que ha sido fundamental desde ese momento. Lo intento expresar aquí con mis propias palabras: 

Esta es una experiencia nueva y única, no tiene nada que ver con la anterior. Tu pérdida está ahí, y merece que le concedas su espacio y su atención. Pero este es otro embarazo, ocupa otro espacio y requiere otra atención. No hay que mezclar, son piezas distintas del gran puzzle que compone tu trayectoria vital.

No solo supo transmitirme exactamente lo que necesitaba en ese momento, sino que también la clavó en cuanto a mi percepción de un embarazo sano, ya que mi referencia era el primero, el idílico. Y el actual sano sí, pero de idílico ha tenido más bien poco. Cada uno de los tres ha sido una experiencia totalmente independiente, totalmente única, y le corresponde ser acompañada como tal.

Al final, ha sido mucho más difícil desconectarme de las expectativas de placer que de las de dolor, y lo cierto es que no contaba con eso en absoluto. En estos 8 meses han pasado muchas cosas, marcadas por una vorágine de cambios en el ámbito laboral. Y los procesos que han implicado esos cambios han sido especialmente difíciles de gestionar para mí. A mayores está la pandemia que llevamos transitando hace ya año y medio, con sus consecuencias a todos los niveles.

Lo que no sé es hasta qué punto haber vivido un aborto previamente ha sido determinante respecto a la manera de vivir mi embarazo actual, incluso respecto a los síntomas que he ido experimentando físicamente. No creo que hubiera sido igual si este fuese mi segundo embarazo, supongo que mi cuerpo y mi mente han estado somatizando muchas cosas.

En definitiva, siento que he vivido lo que va de esta tercera maternidad nadando en un cóctel de estrés, miedos, preocupaciones, expectativas e incomodidad. Suena terrible, pero en realidad he descubierto que solo es terrible cuando intentas resistirte a ello. Con toda su carga “negativa”, esta experiencia está siendo muy enriquecedora. Estoy aprendiendo mucho sobre mí, sobre la vida, sobre los temas que me apasionan y de los que hasta ahora tenía una visión muy sesgada por mis vivencias previas. Necesitaba esta nueva experiencia para entender otras maneras de vivir un embarazo y una maternidad, para conectar con otras madres, para reconectar conmigo misma y con mi bebé. A todos nos gustaría no pasar por ciertos procesos en nuestra vida, pero cuando toca, toca; no queda otra que aceptarlo o consumirnos en la negación. A mí me ha costado no optar por lo segundo, me ha costado ser consciente de que estaba optando por lo segundo, pero ahora sé que elijo lo primero. Y desde que lo acepto, todo fluye de otra manera

Es como si antes estuviera haciendo fuerza para contener el curso de un río, y ahora permito que el agua fluya; aunque a veces toque pasar por terrenos que están llenos de mierda, que fluya, a ver a dónde me lleva y qué me toca aprender.

No habría conseguido llegar a este punto sola ni de coña. He tenido muchos apoyos y he ido recopilando recursos de autocuidado que me nutren día a día. Hoy, 15 de octubre de 2021, es el Día Internacional de la Muerte Gestacional y Perinatal, un día con mucho significado para mí. Y quiero agradecer a Bolboretas no Ceo Norte por su gran labor en la visibilización y acompañamiento de estos procesos tan comunes y dolorosos. Ellas han sido una pieza fundamental a lo largo de mi tercer embarazo, siempre presentes, apoyando, sosteniendo y regalando mucho amor.

Yo también quiero enviar todo mi amor a las familias que han pasado por pérdidas gestacionales y/o perinatales. Y hoy, especialmente, a las que están pasando por lo mismo que yo, un embarazo tras una pérdida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *