Rituales de inicio de año

Rituales de inicio de año

¡Bienvenido 2022!

¿Adiós, etapa super turbulenta? Bueno, supongo que es precipitado decirle adiós a nada, llevamos 2 años de pandemia y esto no tiene trazas de acabarse pronto. Pero yo quiero despedir un período muy turbulento de mi vida personal que se inició en 2019 y en el que han ido sucediéndose capítulos muy distintos y tremendamente desafiantes.

Vamos poco a poco, las etapas van concluyendo, pero parece que nunca llega la calma. Antes la ansiaba, estaba todo el tiempo centrada en que determinada situación terminara para volver a sentirme bien. Pero no, la calma no llega. Así que ahora focalizo mi energía de otra manera: estoy centrándome en la aceptación, y gracias a ello soy mucho más feliz, sean cuales sean las circunstancias. De eso trata mi primer ritual de año nuevo.

RITUAL 1: LA PALABRA DEL AÑO

Hace ya varios años (creo que empecé en 2017) que elijo una palabra para definir ese año que empieza, para expresar mis deseos y objetivos, para poner el foco los próximos meses, para sentir, para mejorar, para avanzar… todo ello concentrado en una sola palabra. Y la palabra de 2022 está bien clara. La palabra de 2022 es ACEPTACIÓN.

La aceptación es lo que más me ha ayudado en esta última fase tan turbulenta de mi vida. Estos años en los que he convivido con la pérdida, el miedo, la incertidumbre, el estrés, la tristeza, la ansiedad, el dolor, el cansancio, el sufrimiento… Paro ya, porque parece que he vivido sumida en un infierno, y no se trata de eso en absoluto. De hecho, pese a todo, he sido más feliz estos últimos años que en casi toda mi vida anterior. Me siento bastante cómoda, tengo una familia maravillosa y todas las necesidades básicas más que cubiertas. Además, me cuido, siempre estoy pendiente de mi bienestar, de disfrutar de la vida, porque son pilares sin los que nada tiene sentido para mí. Estoy pasando por un momento vital tan dulce, sobre todo desde que mi pequeña está en casa con nosotros y hemos iniciado esta preciosa aventura de convertirnos en una familia de cuatro.

Pero como todos, tengo que gestionar momentos complicados, a veces muy muy duros, y he necesitado ahondar mucho en mi interior para aprender a convivir con todo ello. La aceptación ahora mismo es la clave que me sostiene para no centrar mi vida en todas esas cosas malas que suceden y que no puedo controlar, en vez de abrazar todo lo maravilloso que envuelve mi día a día.

Aceptación no es resignación, no se trata de agachar la cabeza y permitir las injusticias o el maltrato. La aceptación consiste en tomar conciencia de la realidad, abrazar tu experiencia vital tal cual es, se trata de un paso previo y necesario a la transformación. En la práctica, se traduce entre otras cosas en dejar de apretar puños y dientes, dejar de desgastarte a cada paso del camino. No es fácil en esta sociedad y sistema que nos rodea, pero sí creo que es algo imprescindible para la salud. Así que seguiré cultivando la aceptación este año y el resto de mi vida.

RITUAL 2: REVISIÓN DEL AÑO ANTERIOR

Uno de los aspectos donde solemos tener conflictos de aceptación tiene que ver con los avances en nuestros objetivos. Y aquí entramos en otro ritual, la revisión de aquello que me propuse hace un año. En mi caso, 2021 quería que fuera un año de creación (esa fue la palabra que escogí para 2021: CRECACIÓN). Tenía intención de avanzar en ciertos proyectos personales que llevo tiempo gestando y en los que sigo atascada, resultó que 2021 no era el año para ello. Así que, en este sentido, no alcancé mis objetivos.

Sin embargo, la creación más importante sí tuvo lugar en 2021, fue el año en que gesté y parí a mi hija. Creé vida, creé familia. Al inicio de 2021 no quise plasmar mi embarazo como un objetivo, preferí centrarme en aquello que creía que estaba más en mi mano. Pero sí que era mi mayor deseo y soy tan afortunada que se hizo realidad. Lo demás ya vendrá, o no, para crear es necesario disponer de tiempo y energía, y a veces las circunstancias nos llevan a priorizar otras cosas, como me lleva sucediendo a mí estos últimos años. Pero esta bebé que a ratos se mueve y hace ruiditos adorables, durmiendo pegadita a mí mientras escribo este artículo en la cama, esta bebé es lo más grande, lo más importante y lo más valioso que me podía traer este 2021. Como dijo su hermanito el día que esperábamos la llegada de Papá Noel: «El mejor regalo es el que salió de tu barriga». Así que GRACIAS 2021, GRACIAS INFINITAS por colmar mi vida con más vida. Ha sido un año de mucho sufrimiento, pero el balance global solo puede ser positivo.

RITUAL 3: NUEVOS OBJETIVOS

Ahora toca fijar objetivos para 2022. ¿Qué deseo, dónde quiero poner el foco? Llegamos al tercer ritual, establecer objetivos para el año que empieza. Y lo cierto es que me cuesta mucho hacerlo. No porque no sepa lo que quiero, sino porque en este momento no sé qué priorizar. Estamos a mediados de enero y aún no me he sentado a ello, porque me siento un tanto bloqueada. Pero, ¿sabes qué? No pasa nada, acepto mi bloqueo y estoy dispuesta a fluir con él para ver a dónde me lleva.

Soy muy perfeccionista e intento tenerlo todo controlado de antemano, pero si algo he aprendido en esta etapa turbulenta es que aferrarse a los planes supone un gran desgaste de energía que no merece la pena. Hay que equilibrar, no se trata de vivir en el caos, sino de ser flexible, permitir que el caos también forme parte del proceso y aceptar que no podemos controlarlo todo. Un día de estos me sentaré con mi cuaderno y me pondré a fijar objetivos. Pero no para sufrir si no consigo cumplirlos, sino para conocerme a mí misma un poco mejor, e ir descubriendo año tras año cuáles son mis verdaderas prioridades. La principal la tengo clara clarísima: quiero bienestar en mi día a día, disfrutar de la vida y del tiempo en familia. Yo no estoy hecha para vivir esperando unas vacaciones que me permitan desconectar, sino para conectar a diario y nutrirme de una cotidianeidad feliz, ese es el objetivo y hace mucho tiempo que soy consciente de ello. Ahora toca trabajar en los demás, siempre que estén en sintonía con el principal, por supuesto.

OTROS RITUALES

Suelo hacer algún otro ritual, dependiendo de lo que me pida el cuerpo. Por ejemplo:

  • escribir una lista de 10 cosas por las que me siento agradecida este año
  • transformar 5 creencias limitantes en afirmaciones que me fortalezcan
  • diseñar una rutina que me ayude a empezar bien el día
  • definir recompensas si logro determinados objetivos

Este año no sé qué haré. De momento, le estoy dando un poquito de vida a mi blog con este texto, que no es poco. Tengo mucho que contar y en 2022 quiero escribir más, eso sí lo tengo claro. ¡Gracias por leerme!

Embarazo arco iris

¿Cómo viví mi embarazo tras una pérdida gestacional?

Pues con sonrisas y lágrimas… como cualquier otro embarazo… pero diferente.

La muerte de mi segundo bebé a las 10 semanas de gestación marcó un antes y un después en mi vida. Buscar un embarazo tras esta experiencia fue un proceso difícil, y vivirlo está siendo una prueba de fuego

Para situarnos, este es mi tercer embarazo

El primero fue maravilloso, fácil y muy disfrutado, un momento vital muy feliz y de mucha paz. El segundo me pilló en una época de estrés extremo, y en cuanto tuve un momento para tomar aire, mi embarazo terminó (fue un proceso largo que ya os conté aquí). Y ahora estoy en pleno tercer trimestre de mi tercer embarazo, y lo cierto es que cualquier experiencia previa no tiene nada (absolutamente nada) que ver con la actual.

Llevo ocho meses de malestar físico a diario, aunque en este aspecto el principio fue la peor etapa. Cada día es una aventura; pueden tocar náuseas, vómitos brutales, dolores de cabeza, cansancio ingestionable, tobillos hinchados, hormigueo insoportable en el pie, zona lumbar agarrotadísima… o simplemente malestar general (de hecho hubo una temporada en que todos los días pensaba que me estaba poniendo enferma). No es que siempre me encuentre mal, en absoluto, la mayor parte del tiempo hago vida normal. Pero es excepcional el día en que no tengo algún momento de malestar. Y vienen sin avisar, a veces son sensaciones extremadamente incómodas. ¿Alguna vez habéis experimentado, sentados a la mesa, las ganas de comer y de vomitar a la vez? Pues yo ahora sí, varias veces en los últimos meses.

Es muy extraña la percepción de estar enferma sin estarlo realmente. Muchos verán debilidad en todo esto. Yo veo una fortaleza brutal, un superpoder que se nos ha otorgado a las mujeres con el que ahora puedo empatizar mucho más que antes, que había vivido un embarazo idílico y otro marcado por un desenlace trágico, pero que físicamente no me había llevado al extremo de mis posibilidades.

Claro que todo esto es solo la punta del iceberg, luego está lo que subyace, que, aunque invisible, es la parte más grande y poderosa: el estado mental, anímico y emocional.

Antes de quedarme embarazada por tercera vez, revivía constantemente aquel momento en que fui al baño y al limpiarme vi la sangre. Creía que iba a vivir 9 meses con esa angustia, que cada meada iba a ser una prueba a superar, una batalla contra mis miedos y expectativas. Y no, no ha sido así; esa imagen ha estado presente, y en alguna ocasión sí que se ha manifestado angustiándome, pero muy puntualmente.

Tengo la suerte de haber sido consciente desde muy joven de la importancia del autocuidado, de que tenía que buscar mis propios recursos para afrontar las dificultades que se fueran atravesando en mi camino (aunque a veces necesito que me lo recuerden, para no caer en espirales de negatividad). Así que, ya antes de quedarme embarazada, empecé a planificar. He recurrido a 3 profesionales de diversas disciplinas y a un grupo de apoyo (ya os contaré quiénes son y les dedicaré su espacio en mis redes, porque todas se lo merecen). En mi primera sesión de autocuidado a manos de una profesional, cuando yo ya estaba embarazada pero todavía no lo sabía seguro, ella me regaló un mensaje que ha sido fundamental desde ese momento. Lo intento expresar aquí con mis propias palabras: 

Esta es una experiencia nueva y única, no tiene nada que ver con la anterior. Tu pérdida está ahí, y merece que le concedas su espacio y su atención. Pero este es otro embarazo, ocupa otro espacio y requiere otra atención. No hay que mezclar, son piezas distintas del gran puzzle que compone tu trayectoria vital.

No solo supo transmitirme exactamente lo que necesitaba en ese momento, sino que también la clavó en cuanto a mi percepción de un embarazo sano, ya que mi referencia era el primero, el idílico. Y el actual sano sí, pero de idílico ha tenido más bien poco. Cada uno de los tres ha sido una experiencia totalmente independiente, totalmente única, y le corresponde ser acompañada como tal.

Al final, ha sido mucho más difícil desconectarme de las expectativas de placer que de las de dolor, y lo cierto es que no contaba con eso en absoluto. En estos 8 meses han pasado muchas cosas, marcadas por una vorágine de cambios en el ámbito laboral. Y los procesos que han implicado esos cambios han sido especialmente difíciles de gestionar para mí. A mayores está la pandemia que llevamos transitando hace ya año y medio, con sus consecuencias a todos los niveles.

Lo que no sé es hasta qué punto haber vivido un aborto previamente ha sido determinante respecto a la manera de vivir mi embarazo actual, incluso respecto a los síntomas que he ido experimentando físicamente. No creo que hubiera sido igual si este fuese mi segundo embarazo, supongo que mi cuerpo y mi mente han estado somatizando muchas cosas.

En definitiva, siento que he vivido lo que va de esta tercera maternidad nadando en un cóctel de estrés, miedos, preocupaciones, expectativas e incomodidad. Suena terrible, pero en realidad he descubierto que solo es terrible cuando intentas resistirte a ello. Con toda su carga “negativa”, esta experiencia está siendo muy enriquecedora. Estoy aprendiendo mucho sobre mí, sobre la vida, sobre los temas que me apasionan y de los que hasta ahora tenía una visión muy sesgada por mis vivencias previas. Necesitaba esta nueva experiencia para entender otras maneras de vivir un embarazo y una maternidad, para conectar con otras madres, para reconectar conmigo misma y con mi bebé. A todos nos gustaría no pasar por ciertos procesos en nuestra vida, pero cuando toca, toca; no queda otra que aceptarlo o consumirnos en la negación. A mí me ha costado no optar por lo segundo, me ha costado ser consciente de que estaba optando por lo segundo, pero ahora sé que elijo lo primero. Y desde que lo acepto, todo fluye de otra manera

Es como si antes estuviera haciendo fuerza para contener el curso de un río, y ahora permito que el agua fluya; aunque a veces toque pasar por terrenos que están llenos de mierda, que fluya, a ver a dónde me lleva y qué me toca aprender.

No habría conseguido llegar a este punto sola ni de coña. He tenido muchos apoyos y he ido recopilando recursos de autocuidado que me nutren día a día. Hoy, 15 de octubre de 2021, es el Día Internacional de la Muerte Gestacional y Perinatal, un día con mucho significado para mí. Y quiero agradecer a Bolboretas no Ceo Norte por su gran labor en la visibilización y acompañamiento de estos procesos tan comunes y dolorosos. Ellas han sido una pieza fundamental a lo largo de mi tercer embarazo, siempre presentes, apoyando, sosteniendo y regalando mucho amor.

Yo también quiero enviar todo mi amor a las familias que han pasado por pérdidas gestacionales y/o perinatales. Y hoy, especialmente, a las que están pasando por lo mismo que yo, un embarazo tras una pérdida.

Día de la Mujer 8M 2021

Mi Manifiesto Feminista

El feminismo no es una opción. Cada una tenemos nuestra propia lucha, condicionada por nuestra experiencia, nuestras circunstancias, nuestras prioridades… Es imposible que todas queramos lo mismo. Aún así, tenemos una lucha común, porque buscamos RESPETO. Para todas. Eso es lo que esta lucha significa para mí, ese es el objetivo.

Una vez que alcancemos ese RESPETO, todas las demás piezas encajarán. Porque si respetas a alguien no le ninguneas, ni le infantilizas, ni le maltratas, ni le infravaloras, ni minas sus derechos…

He elegido ciertos lemas, porque siento que son los que mejor representan mi lucha personal. Voy a hablar de ellos uno a uno, y a expresar mis propios deseos y preferencias en distintos ámbitos donde el hecho de ser mujer sigue siendo un condicionante que nos perjudica. He planteado este artículo así, porque se trata de MI Manifiesto Feminista. Esta es MI lucha, la de la Sabina de 2021. Y no es incompatible con las de las demás, simplemente es a donde me ha conducido MI experiencia vital. No busco confrontación con quien tenga una lucha feminista diferente, solo busco RESPETO.

STOP VIOLENCIA OBSTÉTRICA

Una de las peores lacras que vivimos como mujeres es la violencia que se ejerce contra nosotras y contra nuestros cuerpos. Cualquier manifestación de esta violencia de género debe ser erradicada, pero yo me centro en la Violencia Obstétrica porque me toca más de cerca, y se ejerce nada más y nada menos que desde el propio sistema sanitario, donde se supone que deberíamos estar mejor cuidadas y protegidas, donde se supone que nuestro bienestar y nuestra salud es la máxima prioridad. La realidad es que no siempre es así (en demasiadas ocasiones, no es así).

Por eso, cuando se trata de MI salud sexual y reproductiva

> NO QUIERO que me desinformen, que me infantilicen, que realicen intervenciones innecesarias en mi cuerpo, que decidan por mí, que me coaccionen, que me juzguen, que me acusen, que me expresen opiniones no solicitadas, que me sometan a su autoridad, que me maltraten.

> SÍ QUIERO ser acompañada por profesionales sanitarios formados, actualizados, respetuosos y empáticos, que me informen para que sea yo quien decida, que limiten sus intervenciones a las propias de sus competencias profesionales, que asuman su rol de acompañantes de MIS procesos.

MI CUERPO NO QUIERE TU OPINIÓN

Nuestros cuerpos son nuestros, de nadie más. No existimos para deleite de nadie. La única opinión determinante en lo que a mi cuerpo se refiere es la mía.

Respecto a MI cuerpo…

> NO QUIERO que nadie me diga cómo debería vestir, peinarme, arreglarme o desarreglarme, ni piropos, ni consejos no solicitados, ni juicios sobre mi imagen.

> SÍ QUIERO libertad para expresarme a través de mi estilo, que cada vez que me mire al espejo me guste lo que veo, sentirme cómoda e independiente.

EL PATRIARCADO ME DA PATRIARCADAS

El humor también forma parte de la lucha. Tanto el humor como el placer son pilares a tener siempre presentes, hasta en los momento más amargos. No hay nada más revolucionario y empoderante.

En MI armería para luchar contra el patriarcado…

> NO QUIERO rendición, desesperanza, destrucción, imposición, desconfianza.

> SÍ QUIERO humor, alegría, optimismo, sororidad, generosidad, placer, amor, asertividad, comunicación.

SIN FEMINISMO EN LAS AULAS, NO HAY EDUCACIÓN

Cualquier cambio social y global que nos planteemos debe ser nutrido desde la base. Y la base de la sociedad es la educación, entendida tanto en el ámbito de la crianza y el entorno familiar, como la educación institucional que la mayoría recibimos en la escuela y todos a través de los elementos del entorno, por ejemplo los medios de comunicación. En cualquier caso, si bien cada uno tenemos una gran responsabilidad individual en este aspecto, ya que todos somos agentes educadores (consciente o inconscientemente), voy a centrarme en el compromiso que considero indispensable que se produzca desde las aulas.

En el sistema educativo institucional…

> NO QUIERO indiferencia, que se perpetúen los estereotipos de género, que se normalicen las manifestaciones de inferioridad de la mujer.

> SÍ QUIERO compromiso, que se fomente el espíritu crítico, que se ponga en valor a las mujeres a través de contenidos y actividades específicas, que se predique siempre primero con el ejemplo.

LO CONTRARIO AL FEMINISMO ES LA IGNORANCIA

Este artículo empezaba así: «El feminismo no es una opción». Creo que quien no es feminista es porque todavía no ha entendido lo que significa el feminismo, porque en su experiencia vital falta algo que le haga entenderlo realmente. La buena noticia es que esto tiene solución. Me remito al punto anterior, el cambio se asienta en la educación, y nunca es tarde para reeducarnos. Así, poco a poco, el feminismo irá tomando posiciones y seguirá implantándose a través de medidas reales en todos los ambitos.

En un mundo realmente feminista…

> NO QUIERO sobrecarga de responsabilidades domésticas, infravaloración laboral por tener necesidades biológicas diferentes a los hombres, medidas de «conciliación» que utilizan el término pero ni lo entienden ni ofrecen los apoyos necesarios para convertirlo en realidad.

> SÍ QUIERO un reparto equitativo de responsabilidades (basado preferiblemente en las preferencias de cada miembro de la familia), un sistema laboral que valore la ciclicidad de la mujer como un punto fuerte y no como una debilidad, una sociedad que proteja a la infancia y se construya en base a las necesidades biológicas que solo las mujeres podemos cubrir, que entienda la importancia de los cuidados y especialmente de la lactancia para mejorar la salud de la sociedad a nivel global.

MI CUERPO, MIS REGLAS

Hay un tema que merece indiscutiblemente un espacio propio siempre que hablamos de feminismo, y es la sexualidad. Ha sido la excusa para someternos, culpabilizarnos, cosificarnos, maltratarnos… Pero no hay nada más revolucionario que el placer, y si algo estamos aprendiendo en esta lucha es el brutal potencial de placer de nuestros cuerpos. Ahí es donde nos convertimos en auténticas diosas, experimentando el placer en todo su esplendor: en los orgasmos, en los partos, en las lactancias, solas o acompañadas, con nuestras propias manos o con juguetes… El PLACER es nuestro máximo PODER.

En mi sexualidad …

> NO QUIERO vergüenza, miedo, sumisión, desinformación, coacción, ser agredida, ser culpabilizada por haber sido agredida.

> SÍ QUIERO placer, libertad, diversión, juego, risa, orgasmos, aventuras, comunicación, sorpresas, amor, felicidad.

POR ÚLTIMO…

Para esto no tengo lema, pero no puedo dejar de decirlo.

En MI maternidad…

> NO QUIERO opinólogos.

> QUIERO respeto.

Parece imposible no dejarse cosas en el tintero. Por suerte, una de las ventajas de tener un blog es la posibilidad de editar tus propios textos tantas veces como quieras, así que confío en que este sea un artículo vivo.

Antes de despedirme, os quiero dejar un regalo, una playlist que he confeccionado especialmente para el 8M. No solo contiene canciones con letras de temática feminista, sino muchos temas que por diversas razones me hacen conectar con esa parte de mí (momento Disney incluído): por estar compuestas o cantadas por mujeres icónicas, por transportarme a experiencias personales de sororidad, por formar parte de películas/series o momentos de estas donde el feminismo cobra gran valor (es el caso de la primera, la canción de la intro de Outlander, una serie que me ha fascinado por muchas razones, pero sin duda una de ellas es la manera tan interesante en que se trata el tema del género y el empoderamiento femenino) o simplemente por ser canciones reivindicativas aplicables a cualquier lucha social.

Agendas 2021

Mis agendas 2021

Me encantan las agendas. Soy muy fan de la organización, las listas, la gestión de objetivos… ¡Me encanta! Es una de esas movidas especiales que me definen 😁

Cada año suelo cambiar de sistema, voy probando distintas opciones. No sé si llegaré a encontrar el método perfecto, porque en realidad cada momento con sus circunstancias requieren un método diferente. Y si tu vida es tan cambiante y poco rutinaria como la mía, las necesidades a cubrir por tu agenda también lo serán.

Así que os cuento el sistema que he escogido para este año. He decidido separar el trabajo del resto de la vida, así que voy a utilizar 2 agendas distintas, además de un cuaderno de objetivos.

AGENDA DE TRABAJO

La decisión de separar el trabajo de lo demás viene determinada por mi trayectoria de los últimos años. Yo soy muy de simplificar, y si un mismo elemento puede darme varios servicios, pues lo aprovecho. Por eso suelo utilizar una única agenda para todo, y mi formato favorito siempre ha sido semana vista, por 2 razones:

  1. Si voy a cargar siempre con ella, necesito que sea ligera; a mi espalda no le cunde nada llevar un tochaco siempre en la mochila.
  2. Me gusta visualizar la semana entera de una vez, verlo todo en bloque me ayuda a organizarme.

Pero he decidido cambiar de formato y pasarme al de página día. El motivo es sencillo. En el trabajo necesito anotar muchas cosas, y no me caben, acabo utilizando tropecientos papelitos sueltos, lo cual no es ni cómodo ni eficiente.

Por eso necesito una agenda exclusiva para el trabajo: debe ser grande, para poder anotar todo lo necesario, y que pueda dejarla en la oficina, para no tener que cargar con ella.

Entonces llega el momento de elegirla, y creedme que no ha sido fácil. Mi primera opción era una edición limitada, y se agotó antes de que me diera tiempo a comprarla, así que tuve que buscar otra. Y, por suerte, encontré esta maravilla de Animosa:

Portada agenda 2021

A priori no es la agenda perfecta, pero casi. Os cuento:

> Lo primero, y de vital importancia en una agenda > es preciosa 😍 El color verde, el diseño de las tapas, la tipografía… todo es muy de mi estilo, ¡muy elegante! Pero, sobre todo, ¡también es preciosa por dentro! Antes de encontrar esta, abrí un montón de agendas que por fuera me gustaban, y por dentro eran de lo más soso y rancio que te puedas imaginar. Así que la estética captó mi atención al momento, y esto es muy importante, porque al fin y al cabo voy a abrirla y utilizarla todos los días durante un año entero… Si no me gusta lo que veo, la motivación no es la misma.

Detalles agenda 2021

> Cuenta con un montón de extras motivacionales. Cada mes está dedicado a un valor, y van apareciendo sugerencias de películas, citas, ilustraciones, fechas señaladas y personajes relacionados con la temática…

Agenda enero 2021

Además, antes de empezar el año hay unas cuantas páginas con propuestas y ejercicios. Mi extra favorito es la página dedicada a la menstruación.

Calendario menstrual 2021

La única pega es que todo esto la convierte en una agenda bastante personal, así que no me encaja tanto con el uso que le voy a dar. Pero estoy segura de que igualmente le sacaré provecho.

Extras agenda 2021

> Está en gallego, un detallazo que me encanta. Lo cierto es que no soy muy usuaria del idioma de mi tierra, pero esto se debe a que en mi entorno el castellano siempre ha sido el idioma principal. Durante mi infancia y adolescencia no había ninguna persona cercana que hablara en gallego habitualmente, así que mi relación con la lengua fue sobre todo a través de la escuela y la televisión, pero el uso en la «vida real» era muy esporádico. Y a día de hoy, aunque la utilizo algo más, sigue siendo algo bastante anecdótico. Así que me encanta tener un elemento que haga que cobre más presencia en mi día a día.

Frase agenda 2021

> No tiene bolsillo, ¡cachis! Creo que este es su gran defecto. Di tú que montarle un bolsillo de cartulina no es nada complicado, pero una agenda tan completa sin bolsillo… digo más, una agenda a secas sin bolsillo… como que no. Aunque este es un detalle que, considerando la valoración global, no es que afecte mucho. Es una agenda estupenda.

Contraportada agenda 2021

AGENDA PERSONAL

Me remonto un poquito al pasado… En 2017 descubrí el sistema Bullet Journal. En aquel momento me encajó muchísimo, y lo utilicé durante casi 2 años. Llegó un punto en que ya no me cuadraba y volví a las agendas de toda la vida. Pero me ha vuelto a entrar el gusanillo y he decidido retomarlo, así que me he comprado este cuaderno Moleskine, bonito y sencillo (y decorado con pegatinas que tenía por ahí de cuando utilizaba agendas de Mr. Wonderful).

Bullet Journal 2021

La verdad es que no soy muy fan de los métodos, todos los que he conocido y me han interesado me han servido para incorporar ciertas cosas, pero suelo descartar otras. Así que os voy a contar cómo lo gestiono yo, incluyendo elementos del sistema Bullet Journal y otros que he ido descubriendo e incorporando por otras vías.

Paso 1

Desde hace varios años hago algunos ejercicios de cara a Nochevieja, para analizar lo que ha sucedido los últimos meses y plantearme nuevos objetivos (o los mismos que ya tenía). Sobre esto profundizaré en otro post, pero hay un ejercicio que me encanta y que marca el inicio de este proceso: elegir una palabra para el año que empieza. Una palabra que condense tus expectativas para este nuevo año, tus deseos y objetivos, ¿qué quieres proyectar, en qué te quieres enfocar? Y la parabra para 2021 es… «CREACIÓN». Quiero poner el foco en algunos proyectos que llevan tiempo gestándose y necesitan un empujoncito.

Bullet Journal portada 2021

Paso 2

Planificador anual. Como el Bullet Journal se va creando sobre la marcha, es importante tener una visión general del año en las primeras páginas, para ir anotando lo que necesites con antelación. Solo tienes que dividirlas en tercios horizontales, y así tienes una visión completa del semestre con espacio suficiente para anotar lo que necesites (fechas y eventos señalados, objetivos concretos o fases de los mismos para determinados momentos, anotaciones de cosas que quieras recordar cuando llegue tal época del año…).

Bullet Journal planificador 2021

Paso 3

Visión general del mes. En la página de la izquierda, colocas en una columna los números correspondientes a los días del mes en cuestión, y junto a cada número la inicial del día de la semana. Los días señalados del mes (cumpleaños, citas médicas, viajes…) se indican aquí mismo.

En la página de la derecha, haces una lista con las tareas y objetivos del mes. Puedes organizarlas por áreas (hogar, familia, formación…), por tipo de tareas (recados, eventos, hábitos…), por orden de prioridad… en fin, como te plazca. También puedes hacer una lista sin más, pero a mí me va mucho lo de establecer categorías.

Bullet Journal enero 2021

Paso 4

Y ahora viene el día a día. Uno de los aspectos que más me conquistaron del Bullet Journal es que no desperdicias nada de papel, porque vas utilizando el espacio que necesitas cada día. Pones el día de la semana y del mes, y debajo listas lo que toca hacer ese día, sin más.

En teoría, el Bullet Journal funciona con un sistema de símbolos. Pero a mí no me cunden. Yo anoto lo que necesito y luego lo tacho; si está terminado, ahí se queda, y si no lo vuelvo a anotar para otro día, mes o lo que corresponda. También prescindo del índice, ya que no me aporta nada, pero dependiendo de cómo te organices puede resultar útil; si decides utilizarlo, tendrás que numerar las páginas o buscar un cuaderno que ya incluya la numeración.

CUADERNO DE OBJETIVOS

Por último, este es un cuaderno que utilizo para anotar mis objetivos y hacer algunos ejercicios de los que os hablaba más arriba. Lo compré hace unos años en una Feria Medieval, y es tan hermoso y delicado que tenía que usarlo para algo significativo. Cada cierto tiempo lo reviso. Procuro dedicarle un ratito una vez al mes, para repasar en qué quería enfocarme al empezar el año, si lo estoy consiguiendo o no, si han cambiado mis prioridades…

Cuaderno de objetivos

Nunca he terminado el año con todos los objetivos cumplidos, pero creo que eso no es lo fundamental. Al fin y al cabo, la vida es un cambio constante y hay que adaptarse sobre la marcha. Lo que sí considero prioritario es mantener el foco en las cosas importantes, y para eso me sirve este cuaderno. Lo habitual es que la vorágine del día a día nos absorva, por eso considero un regalo dedicarme un momento a reconectar con mis prioridades y deseos. Es la manera de comprobar si estoy siendo coherente y, en caso de que descubra que no, reflexionar sobre los cambios a llevar a cabo.

Listo, este es mi plan. ¿Y tú qué? ¿También eres fan de las agendas y la organización? ¿Conocías el método Bullet Journal? Cuéntame 😉

Pérdida gestacional y desinformación

Desinformación normalizada durante la pérdida gestacional

No recibí una atención excelente por parte de los sanitarios cuando pasé por mi aborto. Ni siquiera siento que recibiera una buena atención. La única persona que me ofreció un trato excelente fue precisamente la que lo hizo desinteresadamente, ya que acudí a ella desde el ámbito personal.

De más de 15 ocasiones entre visitas a urgencias, ecografías, consultas telefónicas y online, analíticas…. en fin, más de 15 contactos con profesionales sanitarios, y la única situación de la que no tengo queja es de la histeroscopia final, en la que me atendieron muy bien (aunque no entiendo por qué no podía estar acompañada, y puntualizo que fue antes de la pandemia). En todas las demás hubo algo que, en mi opinión, no fue correcto. Y esta, aunque no es la única queja que tengo, sí creo que es la más grave: una absoluta ausencia de información.

Os pongo en situación: estoy embarazada de 10 semanas, empiezo a sangrar, voy a urgencias, me dicen que tiene bastante pinta de aborto pero no es seguro, que tengo que volver una semana después para confirmar, que vuelva a urgencias si tengo mucho dolor o si sangro mucho, y ¡FIN! Vete a tu casa y a ver qué pasa. A ver, es cierto que me preguntaron si tenía alguna duda, pero yo estaba en shock, no era ni consciente de las dudas que tenía.

Por supuesto, las incertidumbres enseguida empezaron a aflorar a lo bestia: 

  • ¿Qué es sangrar mucho? Mis reglas son muy abundantes, así que no sabría decir si estoy sangrando mucho o normal.
  • Si es efectivamente un aborto, ¿qué va a pasar?
  • ¿Qué es normal que suceda en este proceso y qué no es normal? Aparte de sentir mucho dolor o sangrar mucho que, en fin, ya es motivo para ir a urgencias en cualquier circunstancia.
  • ¿Cuáles son los tratamientos para gestionar un aborto medicalizado?
  • ¿En qué momento puedo llegar a la conclusión de que efectivamente es un aborto y puedo despreocuparme de las restricciones que se aplican al embarazo?

Y más que ahora mismo no recuerdo… ¿Cómo puede ser que dieran la consulta por concluida sin hablarme de cómo se desencadena un aborto, cuando lo más intenso del proceso iba a suceder antes de la siguiente consulta? Todavía no entiendo esta carencia, en mi recuerdo de aquel momento es como si hubiera un vacío, un agujero sin rellenar en la historia. Pero no lo hay, la historia fue así, sencillamente no me informaron de nada más allá de que a lo mejor lo que me pasaba era un aborto y a lo mejor no.

Tiempo después, hablando con otras madres que habían sufrido pérdidas gestacionales, corroboré que esa ausencia de información es algo muy habitual. Es más, en muchos casos es peor todavía, ya que se convierte en desinformación. Es frecuente que una madre que está asumiendo que no va llegar a conocer a su bebé, o que tiene que despedirse de él demasiado pronto, reciba información incorrecta acerca de sus opciones. Esta es una gravísima carencia del sistema, que se suma a las demás carencias que sufrimos las mujeres en lo que a nuestra salud sexual se refiere.

Pero no escribo esto para quejarme y encerrarme en el victimismo. Lo que me gustaría conseguir es:

  1. Visibilizar un problema real
  2. Proponer soluciones

Escribir estos artículos sobre mi pérdida gestacional y compartirlos en mis redes es mi granito de arena para contribuir a la visibilización de este gravísimo problema.

En cuanto a proponer soluciones, creo que el trabajo que requiere esto debería implicar al conjunto de la sociedad. Como casi siempre, todo mejoraría muchísimo si nos enfocáramos en la educación y atajáramos el problema antes de que empiece. La escuela en la que memorizamos datos y los vomitamos el día del examen está obsoleta. Hay que plantearse un gran cambio de paradigma en el que acompañemos a todas las personas en su proceso de desarrollo para prepararles para el mundo de la mejor manera posible. Y en ese trayecto no podemos dejar de lado los grandes temas, como la gestión emocional o la educación sexual (que muy poquito a poco se van abriendo camino en el ámbito educativo), así como hablar del nacimiento y la muerte (y aquí reservaríamos un espacio para la pérdida gestacional). Por supuesto, igual que habría que normalizar el tratamiento de todo esto en la escuela, también es fundamental hacerlo en el ámbito privado, en familia y con nuestros seres queridos.

Pero vayamos a una medida más concreta y más alcanzable a corto plazo: los profesionales sanitarios necesitan formación. Es desolador que sus carencias formativas no sean abordadas a nivel global y tengan que ser muchas veces los mismos sanitarios, a nivel individual, quienes inviertan sus recursos personales en mejorar la calidad de sus servicios. En este sentido, Bolboretas no Ceo Norte está sacando adelante una propuesta que creo que va a resultar muy útil para avanzar. Se trata de un tríptico para entregar a las familias al comunicarles la pérdida de su bebé. Aquí os lo dejo para que podáis ver de qué se trata:

Triptico-BolboretasNoCeoNorte

Hay mucha más información necesaria, dependiendo de las circunstancias, pero en este simple documento ya aparecen los  temas clave y se establece un tono coherente, respetuoso y amable. Es así de sencillo hacer las cosas bien. Y es tremendamente importante para las familias que pasen por ello que se les acompañe con profesionalidad.

¿Se te ocurren otras propuestas o acciones directas que puedan ayudar a hacer las cosas un poquito mejor? Te leo 🙂

 

Pérdida gestacional y autocuidado

Pérdida gestacional y autocuidado

El autocuidado siempre es fundamental, debería ser uno de los pilares en los que nos apoyemos en todas las etapas de nuestras vidas. Y muy especialmente en los momentos difíciles, como es una pérdida gestacional.

Sabemos que es un proceso en el que vamos a sufrir, el dolor es inmenso y se suman muchos factores: tu cuerpo te recuerda constantemente lo que ha pasado, tienes que comunicar la noticia, es un tema tabú socialmente así que habrá pocos espacios para hablar de ello con libertad (si es que los hay), probablemente recibas muchos mensajes cliché que no ayudan nada (del tipo “Ya tendrás otro” o “Mejor ahora que más adelante”)… Pero también sabemos que no queda más remedio que recorrer todo el camino, transitar la experiencia e incorporarla en nuestra historia como un capítulo más

Así que hoy me gustaría compartir lo que yo creo que me ha ayudado a pasar por este proceso de la mejor manera posible. Y, si a ti también te ayuda, maravilloso. Pero antes, un apunte: aunque aquí estoy hablando de pérdida gestacional y autocuidado, en realidad casi todo lo que te propongo se puede aplicar a cualquier contexto

Permítete sentir

Esto es fundamental. Las emociones se van a apelotonar en tu interior, y son tan dolorosas que asustan, pero hay que dejar que cada cosa tenga su espacio. A veces tocará estar triste, a veces enfadada, asustada, desbordada… Cuando toca, toca. No conviene recrearse en las emociones negativas ni dejar que dominen nuestra vida, pero tampoco hay que bloquearlas. Sentir es bueno, y nos ayuda a procesar lo que ha pasado. Si realmente esas emociones son tan intensas que no te permiten gestionar tu vida, a lo mejor necesitas ayuda profesional. Pero antes de eso puede haber muchos momentos difíciles que forman parte del duelo, es normal, fluye con ello y deja que cada recuerdo, cada sentimiento y cada pensamiento encuentren su espacio.

Cuídate físicamente

Descansa todo lo que quieras. Lo que está sucediendo en tu interior es muy complejo y  tu cuerpo no está acostumbrado a experimentar algo así. Como siempre, conviene alimentarse e hidratarse bien. Sobre todo, no te sobrecargues, permítete parar a tomar aire.

Vida sexual

Para mí, la vida sexual tras el aborto tuvo un gran paralelismo con el postparto. Cuando nació mi primer hijo, cada vez que tenía relaciones conectaba con el momento del parto, como si me transportara de nuevo allí de alguna manera, experimentando ese poderío colosal que te hace sentir capaz de todo. Después del aborto, me pasó algo parecido, pero lo que sentía era una gran tristeza. No podía evitar viajar a ese momento tan doloroso, y no es que tuviera relaciones insatisfactorias, sino que me invadía la pena. 

Poco a poco, todo volvió a la normalidad. Yo no creo que el tiempo lo cure todo, para nada, el dolor sigue ahí. Pero el tiempo hace que lo coloques en su sitio, y deje de interferir en otras cosas. En mi caso, así fue. Así que, como en el postparto (y como siempre), haz lo que te apetezca cuando te apetezca.

Grupo de apoyo

Un día, varios meses después, me apeteció buscar un grupo de apoyo al duelo gestacional. Descubrí que en Galicia solo había uno, lo que me sorprendió muchísimo. Por suerte, justo en ese momento se estaba formando otro en mi zona. Se llama Bolboretas no Ceo Norte. Debido a la pandemia del covid 19, solo llegué a acudir a una reunión. Pero es algo que recomiendo muchísimo. Es un espacio en el que podrás hablar con libertad, compartir, reír, llorar… Algo muy necesario y nada fácil de encontrar en nuestro día a día.

Mímate muchísimo

Has pasado por algo terrible y te vas a sentir fatal. A veces te invadirá la culpa, y eso te puede conducir a autocastigarte. No lo hagas, siempre debes tener presente que te mereces estar bien, te mereces ser feliz. Así que haz todo lo que puedas para ello. Insisto, sin forzar, pero cuando creas que es el momento, busca el placer, las risas, el amor.. ¡Disfruta! Porque te lo mereces y porque eso no significa que quieras menos a tu bebé, ni que no le eches de menos. Solo significa que te quieres a ti misma.

Anécdotas surrealistas de mi aborto

Anecdotario surrealista de mi pérdida gestacional

Anécdotas de médicos tengo unas cuantas, supongo que le pasa a todo el mundo. A veces son historias tristes, otras muy ofensivas, algunas de partirte de risa… Pero vamos a centrarnos en las que me sucedieron durante mi pérdida gestacional, a ver qué os parecen:

Anécdota 1

Acudo a urgencias por primera vez, embarazada de 10 semanas y con un leve sangrado desde hace unas horas. Me dicen que probablemente sea un aborto, pero que hay que esperar unos días para confirmarlo. Y ahí va la joyita:

-¿Tienes alguna pregunta?

-… – (yo en modo shock total).

-Bueno, seguro que tienes muchas.

-Sí, tengo una, ¿qué pasa con la lactancia? – ya le había comentado que tenía un hijo de 3 años.

-Pero, ¿sigue tomando pecho? – Ahora la que estaba en shock era ella, y no vayáis a pensar que disimuló mucho. 

Atención, atención, que viene lo bueno:

– Bueno, tú ya sabrás que la lactancia favorece el riesgo de aborto.

No sé si os podéis imaginar la losa que me cayó encima en ese momento. Y eso que yo estaba informada y sabía que eso no era cierto. Hasta que hablé a título personal con una profesional de confianza, que me consta que está actualizada, no me quedé tranquila con el tema.

Por si os queda la duda: NO, la lactancia no favorece el riesgo de aborto. El único caso en el que sa valora el abandono de la lactancia (aparte, obviamente, de que la mamá quiera dejarlo) es si se trata de un embarazo de riesgo, pero de riesgo al nivel de estar en cama y no hacer nada; en realidad, cuando están contraindicadas las relaciones sexuales es cuando también puede estarlo la lactancia, ya que el riesgo es el mismo en ambos casos (lo digo por la información que he recibido hasta ahora de la mano de profesionales expertos, yo no soy profesional de latancia ni experta en la materia, así que ante la duda asesórate de la mano de profesionales, no tomes ninguna decisión en base a lo que yo haya escrito en mi blog, por favor).

Por otro lado, aunque lo que me hubiera dicho fuera cierto, ¿os parece una actuación profesional acertada? A mí, rotundamente no. Esa mujer no fue empática, no fue respetuosa, me cargó de culpa… Básicamente, no solo falló el mensaje, que era incorrecto, sino también la manera de transmitirlo, sin el más mínimo tacto. A su favor, os diré que me aconsejó que no abandonara la lactancia; llegados a ese punto, no tenía sentido (si era un aborto, ya no había nada que hacer) y si luego quería retomarla iba a ser más difícil.

Anécdota 2

Mismo día, un rato más tarde. Llego al Centro de Salud donde tenía que pedir cita para hacerme una eco unos días después. Me dirijo al mostrador, entrego el papel que me dieron para solicitar la cita y la mujer que me atiende me pregunta en un tono muy poco amable:

-¿Estás embarazada?

-… – (yo, de nuevo,  en modo shock total, lo último que me esperaba era esa pregunta).

Aumenta el tono , seco y cortante, como diciendo «A ver, niña, espabila», mientras pregunta varias veces más:

-Pero, ¿estás embarazada? ¿Estás embarazada?

No recuerdo cuántas veces me lo pregunto, fue taaaaan surrealista…  Creo que al final le dije que sí, sin más explicaciones, para que ese momentazo terminara cuanto antes…

Anécdota 3

Un par de semanas después, tras un tratamiento que no me había hecho los efectos que me habían indicado, hago una consulta en el 061 online explicando lo que me ha pasado y me indican que acuda a urgencias. Voy y me toca esperar un buen rato, hay bastante gente, y veo a varias que salen asqueadas por la atención recibida, esas cosas que se notan claramente en el lenguaje corporal. Y yo pensando «Venga, no te rayes, espera a ver qué pasa».

Cuando por fin me llaman a la consulta, me atiende una chica que me pide que le cuente. Empiezo la historia y me interrumpe para decirme que no sabe qué hago allí, que eso no es una urgencia, etc. Vamos, un encanto la mujer… Pero lo más surrealista fue que no paraba de insistir en esto:

-No sé por qué vienes si tienes cita en 2 días.

-No tengo cita en 2 días, sino dentro de 1 semana.

-Aquí veo una cita dentro de 2 días.

-Pues no.

-Pues sí.

… Y así hasta que se da cuenta de que es una cita de embarazo que no me han cancelado. Ni se disculpó, siguió igual de borde hasta que me fui, ¡un auténtico asco!

Anécdota 4

Durante este proceso hice 2 llamadas telefónicas al 061. Hubo un detalle con el que aluciné la primera vez, pero tenía cosas mucho más relevantes en que pensar, así que lo borré hasta que hice la segunda. Ahí la situación era muy diferente, estaba relajada y acompañada, hasta me dio la risa.

Ahí va la perla: el rato de espera hasta que me atendió un humano, en ambas ocasiones, para acompañar esos minutos me pusieron música de suspense. Sí, sí, has leído bien, música de peli de suspense. Porque claro, cuando estás en plena urgencia médica es algo tremendamente adecuado…

 

Ale, hasta aquí el anecdotario surrealista de mi pérdida gestacional. Creo que no tiene desperdicio, la verdad. ¿Y tu qué? Si te apetece contarnos alguna historia, déjame un comentario.

Relato de mi pérdida gestacional

Cuando tu hijo se va por el WC (relato de mi pérdida gestacional)

Soy madre. Mi primer hijo tiene 4 años. El segundo solo estuvo 10 semanas con nosotros (algo menos, ya que parece ser que dejan de crecer un par de semanas antes de que empieces a sangrar).

Cuando fuimos al hospital, al día siguiente del primer sangrado, durante la consulta la ginecóloga me preguntó:

-¿Qué edad tiene tu hijo?

-El mayor tiene 3 años y medio- contesté.

-¡Ah! Pero, ¿tienes dos?

-Bueno…

-Vale, el que tienes.

-Sí, el que tengo.

En ese momento dije eso, pero ahora me reafirmo. El mayor tiene 3 años y medio. El pequeño llevaba 10 semanas en mi cuerpo cuando empecé a sangrar. El pequeño existe, también es hijo mío, soy mamá de dos. Este bebé no ha llegado a nacer, pero es un miembro más de mi familia, y siempre lo será. No voy a obviar su existencia, no quiero olvidarle ni sustiruirle. Siempre tendrá todo nuestro amor, y siempre ocupará el lugar que le corresponde, es nuestro segundo hijo.

Ahora voy a contarte cómo ha sido el proceso del aborto. Entiendo que no todo el mundo tiene estómago para esto, o simplemente puede que no te apetezca leerlo. Pero, en mi caso, conocer experiencias reales es algo que me ayuda muchísimo. Por eso quiero compartir mi relato.

Bueno, y por otra razón. Hay muchas cosas que deberían cambiar para sanar poco a poco nuestra sociedad. Y una de ellas es la manera en la que hablamos (o, más bien, no hablamos) del nacimiento y de la muerte. Son temas muy tabú, y no creo que eso sea sano. Hablarlo y naturalizarlo me parece fundamental, dejar de vivirlo en soledad (y a veces en una terrible ignorancia y desinformación) y acompañarlo como un proceso más de nuestro día a día.

Ahora sí, voy a contarte mi experiencia. Si no te apetece leer sobre sangre y detalles escabrosos, gracias por llegar hasta aquí, pero mejor que no sigas.

El relato de mi aborto

He vivido muchas de las experiencias que forman parte de la vida sexual de la mujer: la menstruación, las relaciones sexuales, el embarazo, el parto, la lactancia… y ahora también un aborto.

Semana 1

Todo empezó un lunes por la noche, justo antes de acompañar a mi peque a la cama. Fuimos al baño y vi que había echado algo de flujo con sangre. Era poquito, y al limpiarme con papel no manchaba más. Obviamente, me asusté mucho, pero estaba sola en casa con mi peque y me tocó mantener la compostura (uno de esos superpoderes que tenemos las mamás). Me metí un dedo para comprobar si salía limpio, y así fue, ni rastro de sangre.

Fuimos a la cama y le conté un cuento. Me temblaba mucho la voz, pero tiré palante. Al poco llegó papá y le conté lo que había pasado. Decidimos esperar a ver qué ocurría al día siguiente, confiando en que todo se quedara en un susto.

Por la mañana fui al baño. Más sangre. En realidad era como flujo con sangre, tipo regla, pero flojita, como al principio o al final de la menstruación. Llamé al 061 y me recomiendaron ir al hospital. Muchos nervios, mucho miedo, pero seguimos confiando en que vaya todo bien.

Entro en la consulta sola; no entiendo por qué a veces no permiten que entren los acompañantes, ¿alguien lo sabe? (aclaro que esto sucedió antes de la pandemia). Hay tres chicas jóvenes, bastante riquiñas: una ginecóloga, una auxiliar (supongo) y una chica de prácticas. Me exploran y me hacen una ecografía. Me explican que se ve un saco y un embrión, pero que es muy pequeñito. Según los cálculos, en ese momento yo estaba embarazada de 10 semanas, pero el bebé, por las medidas, parecía de 6. Hay que repetir la eco en unos días para ver si ha crecido y ha habido un error de cálculo (es decir, que esté embarazada de menos tiempo del que creía), pero tiene bastante pinta de aborto.

Así que toca esperar. Es una sensación terrible, pensar que teníamos que esperar una semana para saber qué estaba sucediendo… 

Pasamos el resto de la mañana gestionando las citas que me habían indicado, una analítica y una ecografía. Aprovechamos para hacer algún otro recado, mientras compartíamos la mañana en pareja, procesándolo y hablándolo con calma.

Al llegar a casa, sobre la hora de comer, compruebo que el sangrado va en aumento. En ese momento empiezo a posicionarme y a asumir la pérdida. Fue un momento muy triste, pero por suerte me sentí arropada. Lo que yo no sabía era que eso era solo el principio de un proceso muy largo.

Al día siguiente fui a trabajar por la mañana, pero al rato volví a casa; el cuerpo me pedía reposo. Me quedé profundamente dormida. Por la tarde, con toda la calma, volví a trabajar otro rato (me habían recomendado reposo relativo, y yo fui guiándome por lo que me pedía el cuerpo, que era mantenerme activa, aunque a un ritmo calmado). Un rato después, estaba sentada en el ordenador y noté que estaba sangrando, aunque no fui consciente de cuánto. Al poco me levanto para ir al baño y veo que he manchado la silla. Miro el pantalón y estaba perdido de sangre. Voy al baño, la braga empapada. Me siento en el WC y ahora viene el momento más impactante de todo el proceso…

Ya había echado varios coágulos, pero eran pequeñitos (a mí me recordaban al sangrado del postparto). Y de repente noté como si algo se me cayera; algo mucho más grande, como un coágulo gigante. Fue una sensación indescriptible. Sucedió muy rápido, pero noté perfectamente cómo se deslizaba y caía, salpicando en el agua. Y pensé: “Ya está, ese era mi bebé”. Así que tiré de la cadena y me fui a casa.

Por suerte, disponía de algo de tiempo antes de que me trajeran al peque, así que me di una buena ducha, avisé a mi marido de que viniera, que le necesitaba, y tuvimos un rato solos para contarle lo que había pasado y llorar.

Aparte de la tristeza y de la situación tan dura, había algo que me inquietaba bastante: necesitaba saber qué iba a pasar. No me habían explicado nada, y tenía muchas dudas: tras ese episodio, ¿debía volver al médico antes de la cita que tenía programada? Cuando fuera, ¿qué me iban a proponer o a hacer? ¿Cuáles eran los posibles tratamientos y qué implicaba cada uno?…

Decidí pedir ayuda a una matrona que conozco en la que confío plenamente y que me respondió enseguida. Quedamos y me explicó todo lo que necesitaba saber, resolvió mis dudas y me regaló varios consejos. En resumen, esto es lo que me contó:

  • El episodio del sangrado a lo bestia con coágulo gigante no iba a ser el único, se iba a repetir.
  • El proceso iba a ser largo, más que una regla (como mi regla suele durar cerca de una semana, me dijo que contara con 10-15 días).
  • Cuando fuera al médico, las posibilidades eran:
  1. Que no me hicieran nada (es decir, dejar que todo se desarrollara de forma natural, sin intervenciones).
  2. Que me dieran un tratamiento con pastillas, que provocan contracciones y aceleran el proceso.
  3. Que me hicieran un legrado, que es una intervención en la que te limpian las paredes del útero.
  • Me iba a seguir sintiendo rara durante un tiempo, como si aún estuviera embarazada.
  • Es habitual seguir sangrando o manchando hasta que venga la siguiente regla, y esta puede ser bastante extraña.

Gracias a esta maravillosa mujer me quedé muchísimo más tranquila. Decidí esperar al día en que tenía la cita, para haber expulsado ya lo más posible, confiando en que el proceso fuera natural.

Al día siguiente (ya era viernes) tuve de nuevo un sangrado muy abundante en el que expulsé un montón de coágulos, algunos que no eran pequeños precisamente, y dos enormes, como el de la vez anterior. A partir de ahí, el sangrado fue disminuyendo. El malestar, tipo regloso, se mantuvo durante bastantes días, pero no me impedía hacer vida normal, aunque a un ritmo mucho más tranquilo que el que había llevado los últimos meses (por circunstancias que no vienen al caso, habían sido, con diferencia, los más estresantes de mi vida).

Semana 2

El día que me tocaba la cita para hacerme la ecografía estaba muy nerviosa, tenía mucho miedo de que tuvieran que hacerme algo, para mí era muy importante que el proceso fuera natural. Y, por otra parte, esta visita fue en un centro de salud en el que en mi primer embarazo tuve malas experiencias. Así que, por un lado, estaba nerviosa por saber si me iban a proponer algún tipo de intervención y, por otro, estaba nerviosa por la incógnita de cómo me iban a atender.

Pero tuve muchísima suerte y me cayó un ángel. Me atendió una chica que, desde el momento en que me tumbé en la camilla, empezó a hablarme. Eso ya fue una gran diferencia, porque en mi primer embarazo cuando iba a las ecografías en este mismo lugar lo habitual era que ni siquiera se dirigiesen a mí en prácticamente ningún momento, a no ser que yo hiciera alguna pregunta. Yo recordaba una sensación muy fría y muy muy muy desagradable. En cambio, esta chica fue en todo momento muy dulce, muy empática y me explicó todo muy bien.

 El caso es que me hizo la ecografía y todavía quedaban restos, que estaban bastante adheridos, y los resultados de la analítica indicaban que yo estaba muy al borde de la anemia. Así que me recomendó un tratamiento con pastillas para acelerar el proceso de aborto; aunque ella era partidaria a priori de que todo fuera lo más natural posible, en este caso no le parecía la mejor opción. A mí me pareció correcto (en realidad, lo que más miedo me daba era el legrado) así que decidí aceptarlo. El tratamiento consiste en 4 pastillas que te introduces en la vagina todas a la vez; debes hacerlo por la noche para que no se caigan y a lo largo de 48 horas, más o menos, hacen su efecto. Lo que hacen es acelerar el proceso (lo que sucedería a lo largo de varios días o semanas, se concentra en dos días). Me explicó que iba a sangrar mucho más, que iba a tener contracciones, probablemente náuseas… Bueno, un montón de posibles síntomas (y, de hecho, junto con las 4 pastillas me dio una bolsa con bastante medicación y las instrucciones para tomarla si la necesitaba).

Con toda esta información, yo me hice a la idea de que iba a encontrarme mal. Por la noche, me metí las pastillas y esperamos a ver qué pasaba; seguí haciendo vida normal, y el caso es que al día siguiente las pastillas no me hicieron ningún efecto. De hecho, yo creo que hasta sangraba menos, y tenía el mismo malestar físico que desde que había empezado todo (muy leve, vaya). Por la tarde, alrededor de las 18hs (o sea, muchísimas horas después de haberme puesto las pastillas) estaba en el trabajo, fui al baño hacer pis y al limpiarme en el papel aparece una pastilla intacta. Me quedé alucinada, no sabía qué hacer, así que llamé al 061 y ahí me informaron de que esto era algo bastante habitual, que a veces se cae alguna, que si podía me la volviese a meter (cosa que hice) y listo.

Los días siguientes yo estaba bastante bien, sangrando muy poquito, aunque no dejé de sangrar en ningún momento, y con alguna leve molestia, pero ni una sola contracción, ni náuseas… ¡Nada de nada! Así que yo lo que me temía era que las pastillas no me habían hecho efecto por alguna razón o que se me habían caído sin darme cuenta. Estaba bastante preocupada y todavía faltaba una semana entera para la siguiente cita, así que decidí que el lunes iba a hacer una consulta a ver si era conveniente ir al hospital o algo.

Semana 3

El lunes hice una consulta online (casualmente, me acababa de enterar de que aparte del 061 telefónico también existe un servicio online) contando lo que me había pasado y cuáles eran mis dudas.

Al rato recibí una respuesta recomendándome acudir al hospital. Era lunes por la tarde y había mucha gente en urgencias de ginecología; tardaron bastante en atenderme y, para colmo, esta vez no tuve tanta suerte y me atendió una profesional que fue muy borde y lo único que me transmitía eran muy pocas ganas de trabajar. Después de reñirme por haber ido a urgencias cuando lo mío no era una urgencia (a pesar de explicarle que yo había seguido las recomendaciones del 061), me hace una ecografía y me dice que está todo bien, que ya hay menos restos y que todo sigue su curso normal. Vamos, que la incógnita de por qué las pastillas no me provocaron los síntomas esperados no se resolvió.

El resto de la semana digamos que todo se fue normalizando. Físicamente me encontraba casi normal, muy poco sangrado y muy pocas molestias. Pero mi cuerpo seguía raro, en cierto modo aún te sientes como si estuvieras embarazada (las hormonas siguen alteradas). Y en cuanto a la parte emocional y psicológica del asunto, ya estaba todo mucho más asumido. Lo cierto es que el hecho de haber podido hacer vida normal y haberme encontrado bien en todo momento ayudó, y todo el proceso coincidió con un gran avance en un proyecto personal tanto de mi marido como mío que nos sirvió para contrarrestar un poco una situación tan dolorosa. Digamos que, a pesar de lo duro y triste que es algo así, agradezco mucho que no sucedió en el peor momento.

Para mí el duelo implica mucho tiempo. Cuando me ha tocado de cerca, nunca he asumido la muerte enseguida, han sido procesos largos e íntimos. Y este es un episodio más que se incorpora a la historia de mi vida y que iré procesando poco a poco. Tras los primeros días, que fueron más duros, impactantes y tristes, y la parte física también mucho más intensa, lo peor es estar recordándolo todo el rato, cada vez que vas al baño y ves la sangre, y tener que ir al médico una y otra vez. Pero también es cierto que el hecho de que sea un proceso largo ayuda a ir despidiéndote a tu ritmo.

Semana 4

Me toca de nuevo ecografía y de nuevo quedan restos, aunque esta vez son muy poquitos. Había tres posibilidades: no hacer nada y esperar a que salgan solos, hacer un legrado directamente o la opción intermedia que sería repetir el tratamiento de las pastillas. Me recomendaron esta última y a mí también me pareció lo más razonable. Esta vez me sugieren algo nuevo, humedecer un poco las pastillas con agua antes de introducirlas en la vagina, para que se disuelvan mejor.

Me hicieron más efecto que la primera vez, al día siguiente no me encontraba nada bien. No llegué a tener contracciones, ni a estar mal de quedarme en la cama (de hecho, estuve trabajando), pero estaba bastante pachuchilla. Además, llevaba unos días tomando ibuprofeno porque me dolía bastante la garganta, y como no suelo recurrir mucho a la medicación (prefiero dejar que el cuerpo sane solo y a su ritmo, a no ser que realmente me encuentre muy mal o que me esté impidiendo hacer mi vida) tenía quizá las defensas un poquito bajas y se me estaba juntando todo. El segundo día aún estaba regular, pero ya mucho mejor. Y el tercer día ya normal. 

A partir de ahí seguí manchando pero muy poquito, principalmente al ir al baño, así que por fin, después de casi un mes, dejé de usar compresas (ese mes para mí fue decisivo en otro aspecto, decidí que no quería usar compresas desechables nunca más y me pasé a las de tela, con las que estoy encantada).

Semana 5

Se repite la historia una vez más. Me hacen una eco y aún quedan restos. Como el ginecólogo que me atendió se quedó dudando, tomé la iniciativa y le propuse esperar unas semanas y volver después de que me hubiese venido la regla, a ver si gracias a ella se terminaba de limpiar todo bien. Le pareció razonable y quedamos así.

Pero esta vez hubo dos temas nuevos:

  • Por un lado, me pidió una analítica para comprobar los niveles hormonales (la hice y todo estaba correcto).
  • Por otro, en la eco le pareció ver algo al fondo del útero, posiblemente un mioma. Quedó pendiente de verlo en la siguiente revisión.

Ese día me enfadé, muchísimo. Tuve que esperar un montón a que me atendieran, me resultó desesperante estar viviendo una y otra vez lo mismo, parecía que el proceso no iba a acabar nunca… Estaba cabreadísima, tanto que eché a andar y de repente, cuando me di cuenta de donde estaba, llevaba más de media hora caminando y no había sido ni consciente. Pero me permití estar así, lo necesitaba. Enfadada con el mundo y hartísima.

Semanas 6 y 7

Poco después me vino la regla. Me habían avisado de que probablemente fuese una menstruación rara (color, olor…), pero en mi caso no, fue de lo más normal y me resultó tranquilizadora, me sirvió para avanzar un poco más en este durísimo capítulo de mi vida 

Incluso después de la regla seguí manchando un poco, mi cuerpo todavía se estaba normalizando. Y después de eso, tenía mucho flujo, pero ya limpio por fin.

Semana 8

El día de la revisión iba muy tranquila. Lo cierto es que prácticamente había borrado lo del posible mioma de mi mente, y al encontrarme ya normal y haber dejado de manchar, estaba segura de que ese día se acabaría todo por fin. No fue así…

Ya no quedaban restos, pero había algo claramente. El ginecólogo llamó a una compañera para contrastar opiniones. No sabían si era un mioma o un pólipo, aunque apostaban por un mioma. Y esto es lo que me cuentan:

  • No es grave ni urgente, de hecho tiene un aspecto totalmente benigno, pero hay que sacarlo.
  • Posiblemente haya sido la causa del aborto, aunque no se puede saber con seguridad.
  • Tengo que esperar una llamada para que me den cita para una histeroscopia. Ese día, en principio, confirmarán que es un mioma y me lo quitarán. El proceso es rápido y bastante inocuo, aunque algo molesto y con ciertos posibles efectos secundarios (dolor, sangrado, náuseas…). Si en un mes no me han llamado, me recomiendan que llame yo para ver cómo va el tema.

Meses siguientes…

Pues sí, pasaron meses hasta que me dieron cita. Meses en los que llamé varias veces y me decían cada vez algo distinto (que iba a ser ya de ya, que si esta quincena no pero la que viene seguro que sí, que es imposible saberlo así que mejor no me dicen nada…). Hasta que por fin me citaron en febrero, 6 meses después de la última cita, 8 meses y medio después del inicio del sangrado. Fue una espera larga y difícil, y yo no tenía ganas de ir a hacer esa prueba, ni de hablar de ello… solo quería que todo pasara por fin y poder empezar un capítulo nuevo, pero no tenía ninguna confianza en que aquello fuese el final.

Semana 33

Vamos al hospital. Una vez más, tengo que entrar sola. Me atienden tres mujeres. Encantadoras, cariñosas, dulces, me lo explicaron todo antes de empezar y también durante. Fue mucho más llevadero de lo que había imaginado, apenas sentí molestias. Me metieron un suero que estaba frío, y luego un instrumento con una cámara y una especie de pincitas para sacar al “intruso”. Al final resultó que no era un mioma, sino un pólipo. Bueno, un pólipo y medio, ya que tenía un compañero a medio formar. Me los sacaron y listo. Los días siguientes tendría que usar compresas, ya que estaría expulsando el líquido poco a poco. Y ya solo tocaba esperar al resultado, ya que había que analizar el pólipo, pero me aseguraron que era benigno. 

Semana 37

Un mes después recibí una llamada para corroborarlo (en ese momento ya estábamos confinados, desde hacía unos días, así que me lo contaron por teléfono directamente): el pólipo era benigno.

Fin del relato de mi aborto

Obviamente, ahí no acaba todo. ¿Sabéis eso de que el postparto no dura en realidad 40 días, sino mucho más? Pues el “postaborto” también. De hecho, yo creo que, como cualquier duelo, es un proceso que no acaba nunca. Para mí esta experiencia ha marcado un antes y un después muy significativo en mi vida. Pero ya os contaré más cosas otro día, hoy solo quería compartir mi historia. Gracias por acompañarme en este camino 💜