Educar en casa, ¿qué puede pasar?

Seguro que a día de hoy muchos se plantean si introducir a sus hijos en el sistema educativo tradicional es la mejor opción, mientras otros muchos se escandalizan ante tal planteamiento . ¿Qué podría suceder?¿Que afecte a su socialización? Bueno, en principio la socialización se lleva a cabo en muchos otros ámbitos, el hecho de que un niño no esté escolarizado no significa que esté aislado de la sociedad. Las familias que practican el Homeschoolling también salen de casa, van a hacer recados, al parque, a eventos culturales, a cursos y actividades, pueden también pertenecer a un grupo de música, o de teatro… Son tantas las opciones de socialización que reducirlas al entorno escolar sería absurdo e incluso peligroso, ya que sólo aprenderían a socializar con sus iguales (es decir, con niños de la misma edad, a los demás sólo los verían en los recreos y quizá no interactuasen demasiado con ellos), y con los adultos en el rol de maestros. Quien sólo tenga estos referentes se puede ver muy perdido a la hora de socializar en otros contextos.

Otro posible problema, que al no seguir el ritmo de una clase le falten contenidos considerados necesarios. Pues bien, en primer lugar habría que revisar cuáles son esos contenidos necesarios, aunque ese es otro tema. El caso es que tenemos los recursos para acceder a toda la información, no hay materia que se aprenda en la escuela que no esté a día de hoy al alcance de cualquiera. Además, y creo que esto es lo más importante, tenemos que plantearnos si queremos que nuestros hijos memoricen contenidos o aprendan a aprender. En la educación convencional existe una práctica muy habitual, los exámenes. Todos recordamos esos momentos preparando la materia, repitiéndola una y otra vez, y asegurándonos una y otra vez de qué era exactamente lo que entraba en el examen, no fuera a ser que aprendiésemos algo que no nos fuesen a preguntar; y los nervios del papel en blanco en el que teníamos que vomitar todo eso que el cerebro estaba reteniendo como si sujetásemos una goma elástica en tensión que si se soltaba nos haría mucho daño; y, por fin, el momento posterior, el ratito después del examen, o el día siguiente o la semana siguiente, un tiempo muy próximo en el que aquellos datos se habían esfumado, habían desaparecido como si de un truco de ilusionismo se tratase. ¿A alguien le resulta ajeno esto? No me malinterpretéis, mucha información se iba asentando, por supuesto, pero muchísima otra no, especialmente aquella que aprendíamos sin interés ni ilusión, y sin entender por qué había que invertir tanto tiempo y energía en ello.  Por poner un ejemplo, el nivel de inglés requerido para selectividad es bastante alto, implica unas nociones de gramática y vocabulario, comprensión y expresión, que no se aprenden de un día para otro, sino que se van asentando con los años. Pues conozco unos cuantos casos, bastantes, de personas que aprobaron ese examen y cuyo nivel de inglés pocos años después equivale al que a día de hoy se imparte en Educación Infantil, ¿cómo es posible?

A lo que voy, lo realmente interesante es aprender a obtener esa información que queremos o que necesitamos, esa es la que se va a quedar con nosotros y a la que vamos a recurrir. Ya basta de sentir que lo que estoy aprendiendo no me va a servir nunca para nada. Claro que no te va a servir, porque no lo quieres aprender. Y, si en el futuro lo necesitas, lo aprenderás, seguro. Olvidemos ese enfoque que dice que los contenidos son lo más importante. Tienen importancia, y por eso hay un control para asegurar que se van obteniendo (los niños no escolarizados tienen acceso a los mismos títulos que los escolarizados, mediante unas pruebas en las que se comprueba la adquisición de esos contenidos). Pero lo realmente importante, lo que nunca debemos olvidar como educadores, es motivar a los niños para aprender, para buscar el disfrute en el proceso de aprendizaje.

Podríamos analizar otras muchas cuestiones, y abajo tenéis un espacio para aportar vuestros comentarios y debatir todo lo que queráis. Pero, en definitiva, ¿es mejor educar en casa que escolarizar? No necesariamente. Lo que seguro que es mejor es una buena educación en casa que una mala educación en la escuela, y los resultados nos demuestran que ahora mismo la calidad de la educación convencional es bastante baja, en realidad es escandalosamente baja. Así que una de las opciones que tenemos es currárnoslo en casita (hace unos días compartimos este vídeo, que es un gran ejemplo de lo que estamos hablando). Pero no es la única, ¿os acordáis del  artículo sobre «La Educación Prohibida» con el que abrimos este blog? Ahí tenéis unos cuantos ejemplos más.

Bueno, vamos a despedirnos ya, con este chico de 13 años que nos demuestra qué puede suceder si decidimos abrir miras y apostar por aquello en lo que creemos:

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